La apuesta.

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Rafe.

Sorprendentemente la cena salió bien, ningún herido, ninguna pelea, Dean apenas habló pero es mejor así. Me he acostumbrado a esto, las cenas en las madrugadas, te jode el sistema digestivo pero es algo divertido, aparte me distrae de mis pensamientos nocturnos, ya saben lo típico.

No pasa nada, es solo una línea, o un porro.

Calmarán las voces.

Lo necesitas para ser tú.

Busca ese silencio, ese punto de levitación.

Las recaídas apestan, se que el lado bueno de las caídas es que puedes levantarte, pero esto es como caer en arenas movedizas, entre más intento mejorar más me hundo, todos mis intentos por ser mejor me hunden más y más y provocan que me sienta más perdido que antes, es frustrante esta situación, un día sabes perfectamente lo que quieres, lo tienes todo, y al siguiente día no tengo idea de si seguiré vivió mañana. La vida es demasiado confusa y yo odio los acertijos.

—¿Entonces?— dice Dean— ¿Cuando planeabas contarme de tu nuevo mejor amigo súper estrella?— se apoya junto al fregadero en donde estoy fregando los platos.

—Vives a 7 horas de diferencia— resoplo— Aparte no es mi mejor amigo, solo es mi patrocinador.

—Claro, pero como me cambies por el...— me amenaza pero, la presencia de Daniel lo interrumpe.

—Lo siento, Rafe, debo irme— se acerca y yo me seco las manos— Muchas gracias por invitarme— se acerca a intentar abrazarme pero la mirada asesina de Dean lo hace dudar así que solo estrecha mi mano— Si necesitas algo ya sabes a donde llamar— me sonríe y asiento con la cabeza— Un... un gusto— se despide nervioso de Dean y él solo responde con una sonrisa falsa.

—Dean Morgan— le digo en tono de regaño y me giro para verlo de frente.

—¿Que?— se encoge de hombros— No soy social y lo sabes.

—Si te tomaras el tiempo de conocerlo te darías cuenta que prácticamente tienen la misma personalidad...

—Oh, entonces si me estás reemplazando— dice ofendido.

—No.

—Estoy jugando Cameron, relájate— me da un empujón— Desde cuando te volviste tan amargado...

—Desde que perdí mis pasantías y lo único que pienso en todo el día es en que necesito una buena línea de coca— digo tajante y Dean me mira con el ceño fruncido, no se de donde lo saqué. Dean no habla— Lo siento...

—No... tienes razón lo siento, tenemos que ponernos al corriente— me da unas palmadas en la espalda pero eso hace que mi enojo crezca, ¿de donde sale todo este odio hacia Dean? quiero estamparlo contra la pared— La sobriedad puede ser difícil pero no es imposible Rafe... nos tienes a todos nosotros y...

—Claro así como tu también te mantienes sobrio— le reclamo— No tienes vergüenza.

—¡¿Que no tengo vergüenza?!— levanta la voz— Yo no fui el que se desapreció por semanas solo por un berrinche.

—¡No fue ningún berrinche!— me acerco a él— ¡Tu jamás vas a entenderme, todo lo qué haces es lastimar a las personas que te quieren y por eso jamás vas a comprender lo que es tener la ilusión de ser padre!

—Por favor, ¡¡deseabas que esa niña no naciera!!

—¡Cállate!— le doy un golpe en el pecho, recordar aquella noche en la que Anne me destruyó todas mis ilusiones de ser padre, Phillip diciéndome que Anne no podía embarazarse, la rompa que le había comprado.

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