21. Carreras y pintura:

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Las hermanas se sobresaltaron con el grito de Jack. De inmediato se levantaron de la cama, se pusieron las zapatillas y fueron corriendo hacia la habitación de Jack.
-¿Qué pasa Jack?- preguntó Aurora angustiada y preocupada.
Ella se acercó a él, estaba pálido y sudoroso y no decía nada.
-Has tenido una pesadilla, ¿verdad?- intervino Helena, la cual se sentó en la cama de Jack.
Él asintió y se incorporó. Se apoyó en el respaldo de la cama y al fin habló casi susurrando:
-Ya sido terrible... Estabas tú- señaló a Aurora- y el cretino de mí hermano- dijo con odio- él te mató con un cuchillo. Maldito asesino- dijo aún más enfadado.
Las dos chicas escucharon atentamente hasta que Aurora le preguntó:
-¿Crees que podría ocurrir eso en un futuro? Sólo ha sido un sueño, no creo que ocurra, ¿verdad?
-Los sueños no siempre aciertan. Cuentan historias fantasiosas, como la que has tenido, Jack. Tú tranquilo, cálmate- dijo Helena acariciándole el pelo.
-¿Por qué no te quedas aquí y preparamos el desayuno nosotras?- propuso Aurora.
Él asintió y se despidieron de él.

Fueron a la cocina y prepararon leche con galletas. Al cabo de diez minutos fueron a la habitación de Jack y le sirvieron el desayuno. Él lo tomó tranquilo mientras miraba por le ventana.
-Gracias, chicas- agradeció más tranquilo.
-Nada, estamos para todo- añadió Helena.
Poco después de terminar de desayunar, Helena recogió el desayuno y su hermana se quedó a solas con Jack.
-Ya estás mejor, ¿verdad?
-Sí. He mejorado con el desayuno.
-¿Pasó algo más en el sueño?- preguntó.
Jack no contestó, parecía recordar.
-Lo siento, no quería que recordarás si no te gustó el sueño- se disculpó amablemente.
-No. No te preocupes, lo único que recuerdo es... a mí hermano clavándote un... cuchillo y te desangrabas. Tú dijiste antes de... morir que... que me querías, que yo era mejor que Brayden- recordó triste.
-Y no me equivoco. Tú eres mejor y por eso te quiero, Jack- dijo sincera.

Se besaron en los labios y cuando se separaron dijo Jack:
-Ya estoy mejor. Tú me has curado.
Él se levantó lentamente de la cama y llegó al escritorio. Aurora lo dejó tranquilo, se fue al baño para lavarse y peinarse. Su hermana terminó de recoger y se cambió de ropa.
Cuando llegó el mediodía, llamaron a la puerta.
Helena, que estaba ilusionada pensado que era Cristian, quiso abrirla. Ella vio que habían venido dos brujas: Luna y Lyna.
-Hola chicas, ¡qué sorpresa!- las recibió Helena desilusionada.
-Hola Helena, ¿cómo estás?
-Muy bien. ¿Y vosotras?
-Genial, queríamos divertirnos un poco...
-¿Ah, sí? ¿Qué tramáis?- interrumpió Helena.
-Querríamos hacer una carrera de escobas, ¿qué te parece?- propuso Luna.
-Sí, ¡qué emoción! Espera... No sé montar en una, ¿Cómo...?
-Es fácil, te enseñaremos- interrumpió Luna comprensiva.

Aurora apareció de repente y se unió a la conversación:
-¡Hola chicas! ¿Por qué habéis venido?
-Querríamos hacer una carrera de escobas. ¿Te apuntas?- preguntaron animándola.
-Vaya. Creo que no, quiero estar con Jack. Ha pasado una mala noche. No os importa, ¿verdad?
Ellas asintieron y Luna preguntó:
-¿Qué le ha pasado a Jack? ¿Está bien?
-Sí. No os preocupéis. Tuvo una pesadilla. En fin, que lo paséis bien, ¡Chau!- se despidió.
Helena salió de la cabaña y se fue con las brujas.
-¿Por dónde empezamos?- preguntó Luna.
-Habrá que enseñarla a montar- contestó Lyna mirando a Helena.
-Muy bien. Vamos cerca de las montañas y así no nos chocamos- añadió Luna.

Fueron tranquilamente y cuando llegaron, Luna dió un chasquido con sus dedos y aparecieron tres escobas.
-Wow. Increíble. ¿Cómo lo has hecho?- alucinó Helena.
-Magia- contestaron las dos brujas.
-Bueno, ¿aprendes a montar?
-Sí. ¿Qué tengo que hacer?- preguntó Helena deseosa de empezar.
-Primero coge la escoba- ordenó Luna.
Ella se la dió a Helena y Luna siguió dando instrucciones.
-Ahora sube en ella y cuando estés preparada das una patada al suelo y la escoba ascenderá. Tú tranquila, te voy a dar un ejemplo.
Sin más que decir, Luna subió en su escoba y le dió una patada al suelo. En seguida ascendió y voló un poquito. Poco después Helena lo intentó y subió poco a poco.
-Eso es, ¡muy bien!- la animó Lyna, que estaba en el suelo mirándola.
Helena voló despacio hasta que ya supo alcanzar bastante velocidad.
-¿Cómo hago para bajar?- preguntó ella a Luna.
-Fácil. Dirige la escoba hacia abajo y ella irá descendiendo. Prueba a intentarlo.

Helena hizo lo mismo que Luna había dicho y lo logró.
-Genial, ¿estás preparada para la carrera?- preguntó Luna.
-Sí. Vamos a ello.
Las tres montaron en la escoba y Luna contó cuenta atrás.
-3, 2, 1... Ya...
Las tres corrieron cuanto pudieron. Lyna iba en cabeza, corría mucho y no miraba atrás. Como era normal, Helena iba la última. No cogía tanta velocidad y no sabía cómo correr más. Cuando llegaron a la meta, osea el final del lago, pararon en seco. La primera fue Lyna seguida de su hermana.
-¿Cómo correís tanto?
-Somos profesionales- dijo riendo Lyna.
-Vale. ¿Os apetece otra?- preguntó Luna divertida.
-Sí. Una revancha es genial.
Sin más que decir, corrieron de nuevo y esta vez Helena pudo correr más y quedó en segundo puesto.
-Impresionante. Me adelantaste, muy bien- felicitó Luna a Helena.
Todas celebraron la casi victoria de Helena cantando.

                            Aurora:

Cuando Helena me dejó sola con Jack aproveché para dibujar.
Creé un cuadro, esta vez dibujé con el pincel que me dió Emmet y conseguí dibujar la cabaña de Jack.
Sólo faltaba color, no tenía pinturas.
Me preguntaba si él tendría eso y fui a su habitación.
Llamé a la puerta y dijo:
-Pasa, pasa.
Yo asentí y decidí entrar.
-Hola Jack... Me preguntaba... si tendrías pinturas o algo así, ¿tienes?
-Sí. Tengo algo de pintura. Voy a por ellas, están en el comedor.
Él se fue a por ellas y se las dió.
-Gracias, gracias. Me encanta ese azul- dije alegre.

Fui a la habitación y me dispuse a pintar con esos colores, pero antes de comenzar vi a Jack, cerca de mí y cogió un bote de pintura.
Se untó un dedo de la mano derecha en pintura gris y se acercó a mí.
-¿Qué haces...? ¿No irás a...?
Pero antes de acabar ya me había manchado el brazo derecho. Verá lo que es bueno.
Cogí la pintura gris y me unté casi toda la mano.
Corrí, corrí hasta que lo atrapé y le manché la cara, jaja.
Se veía muy guapo así.
-¿Cómo te atreves?- gruñó divertido.
-No. ¿Cómo te atreves tú?
Cuando terminamos de reírnos nos manchamos el uno al otro de más pintura.
Yo le manché un poco la camiseta y él me manchó media cara.
Cuando paramos de reírnos, se nos ocurrió pintar el cuadro los dos y nos quedó expectacular.

Al fin llegó mi hermana y preguntó qué había pasado. Explicamos todo y como todavía estaban las brujas les pedí una cosa:
-Oye, ¿qué tal si nos limpias la cara y eso con vuestras varitas?- pedí.
-Sí, vale.
Cogieron las varitas y nos quitaron toda la pintura.
Menos mal, seguro que estaba muy fea con esa pintura.

Menos mal, seguro que estaba muy fea con esa pintura

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(La cabaña de Jack)

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