Indicios

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Creí haber nacido con el sexto sentido femenino muy arraigado. Sentía que era muy capaz de estudiar a las personas y darme cuenta de si eran buenas o malas. No confío fácilmente en cualquier persona, observo primero su forma de hablar, de expresarse, de tratar a otros y escucho lo que me dicen con atención, y así, descartaba fácilmente a cualquiera que me pareciera que no era de fiar, simplemente porque me inspiraba algo que no me gustaba o simplemente no me convencía de que sus intenciones eran sinceras. Ahora bien, ¿cómo es que no pude detectar la celopatía, maldad y psicopatía de Daniel? Confieso que es una de las cosas que más me pesan, pensar que no tuve absolutamente nada de instinto o lo que sea para darme cuenta de que Daniel era malo.

Pienso y pienso, recuerdo y recuerdo y no logro concluir eso, incluso me avergüenza demasiado, pero también recuerdo y tengo en consideración algo muy importante, y es que en ese momento de mi vida, al conocerlo, estaba en mi peor momento. Al conocerlo, estaba en el peor momento de mi vida, hasta ese momento, pues no tenía rumbo fijo, vivía sola y prácticamente estaba desprotegida. Tenía conflictos personales y realmente me sentía muy sola, pero de la nada aparece él, atento, detallista, absorbente y sobre todo manipulador.

Daniel absorbió todos mis momentos y espacios, manipuló todo de mí y se valió de mi soledad interior para hacerme sentir que sólo él era suficiente para ordenar todo en mí. Aparecía fuera de mi trabajo en lo que era un intento "romántico" para sorprenderme, llegaba de "sorpresa" a todos lados, estuviera en donde estuviera. Me llevaba a todos lados, siempre con un afán de superhéroe y de que todo lo podía. ¿Cómo no me di cuenta? Me siento como una estúpida, cómo una inútil, me odio y odio haber confiado y permitido todo y cuento le permití. Odio a ansiedad, quien es mi amiga, la que llega a darme trago de realidad y ficción intensa. Odio que esperanza buscara desesperada los rincones oscuros de mi habitación para esconderse y huir de mi llanto. Odio a miedo, por hacerme creer que era necesario para sentirme viva y para saber que podía salir de mi zona de confort. Odio a soledad, por acompañar mi alma y crear una barrera entre mi realidad y yo. Odio a muerte, porque me mantenía confundida, ahogada y sumida en un intenso frenesí de choques contra nuevas oportunidades, justo cuando ya las daba por perdidas. Y definitivamente odio a dolor, porque hasta hoy no ha podido soltarme.

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2022 ⏰

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