No es él, soy yo.

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A lo largo de esta travesía de Miedo, Ansiedad y Manipulación, quiero dejarte claro que aunque Daniel resuene en cada rincón de cada palabra que te escribo, no quiero que él termine siendo el protagonista, ni antagonista, ni que tome ningún papel o posición importante en mi historia. Sé que suena absurdo, porque de seguro de otro modo, sin su basta y repugnante existencia no existirían estas palabras que escribo con un sentido real, incluso estoy segura que mucho menos de manera ficticia, ya que ni en mis peores pesadillas me hubiese imaginado una historia tan tétrica como ésta. Pero lo que quiero que entiendas es que Daniel no es nadie, (no al menos ahora) solo vendría siendo ese monstruo bajo la cama o en el closet, al que le tememos con todo nuestro ser, pero que solo habita en nuestra mente y en el acto del miedo que eriza nuestra piel, pero que al encender la luz de la habitación o al amanecer, simplemente ya no está; nos arrodillamos para revisar bajo la cama, suponiendo que no ha de haber nada, porque nuestro gato o perro desfila por esa zona y nada ha de sucederle, nada le hace daño; así que observamos y solo habita un par de medias olvidadas por mamá, que aun así, viendo que yacen solas y libres de mal, somos incapaces de estirar el brazo para agarrarlas. Vamos al lavadero de la casa, buscamos un cepillo de barrer y con el enfrentamos ese miedo invisible a plena luz del día, para rescatar de una vez por todas, ese par de medias preferidas, (para que sepas, de vez en cuando en algunas cosas que te escriba, sin querer se me escapará una rima; eso me hace sentir toda una poeta pero créeme que es totalmente involuntario) dejamos nuestra arma defensora recostada a cualquier pared sintiéndonos fuertes, pero sin dudas al caer la noche, sabemos que de nuevo nos toca dormir sobre ese miedo.

Ok, todo ese relato, no fue más que una ejemplificación de lo que es Daniel. Daniel hoy yace en el trono que lidera mis miedos, ansiedad, desesperación y toda esa porquería, pero al yo encender mi luz, el simplemente desaparece; aunque no de una manera tan simple como quisiera. De igual manera no tiene poder, supongo que ya se lo quite y por ahora solo permanezco esclava de mis malos recuerdos.

Me repito una y otra vez cuando mis pesadillas son recurrentes: Hellen, ¡Estás viva!, ya no puede hacerte daño, ya no tiene poder sobre ti, eres libre, estos malos recuerdos son parte de todo este proceso, has sido muy fuerte, ¡todo pasará!. 

ESPECTADORES BAJO MI CAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora