Un día después de la muerte de su querido padre, Gus se encontraba sumido en una profunda tristeza. Tirado en su cama, deseaba con todas sus fuerzas que la pérdida no hubiera sucedido. El dolor era abrumador, y la soledad parecía ahogarlo.De repente, escuchó unos pasos cerca de su cabaña. Gus se puso tenso y tomó a su peluche, "Perro", para consolarse. Rápidamente, se escondió en su escondite, observando a través de la rendija.
Vio unos zapatos entrar por la puerta, y su corazón latía con fuerza. Pero cuando vio a una niña pequeña o al menos de su edad con ojos tristes y un rostro sucio, Gus se sintió un poco más tranquilo. La niña lo vio y sonrió débilmente.
"Hola", dijo ella, con una voz suave.
Gus tardó un momento en responder, ,finalmente dijo . "Me llamo Gus. ¿Y tú?"
"Me llamo Ani", respondió la niña, con una sonrisa.
Gus se sentó en la cama, todavía abrazando a su peluche. "¿Qué haces aquí, Ani?"
Ani se encogió de hombros. "Estaba buscando un refugio.Y te encontré a ti."
Gus sintió un nudo en la garganta. "No tienes dónde quedarte, ¿verdad?"
Ani negó con la cabeza,
"Bien", dijo Gus, tratando de sonreír. "Puedes quedarte aquí conmigo.
Ani asintió, y Gus vio un destello de esperanza en sus ojos. "Gracias, Gus. Me quedaré contigo."
Juntos, los dos niños solitarios se abrazaron, encontrando consuelo en la compañía del otro. La pérdida aún era dolorosa, pero ya no estaban solos.