Gus, de 11 años, y Ani, de 10, habían estado viviendo juntos por tres meses en una pequeña cabaña en el bosque. La primavera había llegado, y la nieve se estaba derritiendo. Gus estaba emocionado, ya que era su estación favorita. Los árboles comenzaban a florecer, y el aire estaba lleno del dulce aroma de las flores.
Ani sugirió que fueran a recoger flores, ya que no había nada que hacer en la cabaña. Gus estuvo de acuerdo, y juntos salieron al bosque. Gus recogió unas flores hermosas, amarillas y rosadas, y decidió dárselas a Ani.
La encontró acostada en un prado, mirando el cielo. Se acostó a su lado, y Ani se dio la vuelta. Quedaron frente a frente, y Gus sintió que sus mejillas ardían. Vio que Ani se sonrojaba, y se sentó. Gus hizo lo mismo, y le entregó las flores.
"Toma, son para ti", dijo Gus, sonriendo.
Ani se levantó, y tomó la mano de Gus. Caminaron juntos hacia la casa, tomados de la mano. Gus sintió un sentimiento extraño en su estómago, como mariposas revoloteando. No sabía qué era, pero le gustaba.
Cuando llegaron a la casa, Ani dejó a Gus para ir a buscar unos huevos en el gallinero. En el camino, pensó en por qué había tomado la mano de Gus. Se dio cuenta de que sentía algo especial por él, pero no sabía qué era.
Regresó a la cabaña, y encontró a Gus sentado en la mesa, dibujando en un papel. Se sentó a su lado, y Gus le mostró su dibujo. Era un bosque, con árboles y flores, y un sol brillante en el cielo.
"Es hermoso", dijo Ani, sonriendo.
Gus sonrió, y puso su brazo alrededor de Ani. Se sentía feliz de estar con ella, y no sabía por qué.
Cenaron juntos, y se fueron a dormir temprano. Gus se acostó, pensando en Ani, y en el sentimiento extraño que había sentido en su estómago. No sabía qué era, pero sabía que era algo bueno.
(Este lo hice un poco más largo)