Zulair, pueblo donde la raza humana es la gobernante gracias al tratado de paz de hace más de un siglo. Todo esto se quebró al desaparecer la princesa Celestia II hija de Los reyes de Zulair; Fueron 6 años de oscuridad, pobreza y tristeza, más ahora con la llegada de la princesa todo cambio, volvió la paz, la música y prosperidad entre razas.
-No creo poder con todo esto su majestad... (Se ocultaba bajo una capucha un joven de 21 años, ojos miel, cabellos dorados y tez morena)
-Shhh (Callaba colocando sus dedos en sus labios la princesa) Ya estamos acá, ni creas que nos devolveremos; En los últimos 11 años solo he tenido un pensamiento y lo sabes (Pasaban desapercibidos por los guardias de la entrada)
+"No soy de aqui" (Dijeron al mismo tiempo)
-Exacto, y justo por eso es que hoy mi querido amigo... (Se quito la capucha ya a salvo) Saldré de esa jaula llamada "Castillo" y tu podrás volver con tu padre (Guiño un ojo sonriendo cual sol)
-La verdad no pensé que esto fuese tan fácil...
/-¡La princesa ha escapado, repito, la princesa ha escapado! (Gritaba el líder de los guardias reales)
-¡Ah, que me lleva...! (Celeste tomo del hombro a Sebastian y comenzaron a correr)
Los guardias pasaron en grupo por un lado, Celeste sabía algunos atajos hasta el pueblo, pero el seguir una cueva sin luz no era buena idea...
-¡Mi cabello, tonto! (Se quejaba la chica)
-¡Oye mi pie, zopenca! ¡Auch! (Se golpeaba la cabeza el moreno)
-Genial... Ahora tendré que cargarte... (La princesa tomaba los pies del chico y lo dejaba en la entrada)
Se quedo un largo rato, pero Sebástian no despertaba, se comenzaba hacer de noche y lo único que se le ocurrió a la futura heredera fue dejarlo en la entrada del castillo con una nota.
-Lo lamento, pero debo seguir... Este no es mi mundo (Dejaba el papel en el bolsillo derecho del joven)
Celeste siguió por la cueva sola, yendo siempre recto hasta comenzar a ver una luz de nuevo, la luz del final del atardecer.
-¡Ah, lo que me faltaba! (Hablo pisando un charco de lodo cayendo hasta sus rodillas dentro)
-¿Quien aya? (Hablo una voz femenina fuertemente (Comenzando a entrar con seguridad)
-No, no dispares porfavor, no soy enemigo (Celeste dijo sin mirar con las manos arriba rindiendose)
Salió por completo de la cueva sin abrir sus ojos, esperando lo peor de aquel sonido de arco y flecha apuntándole.
-¿Ce-Celeste? (Respondió aquella chica dejando caer su arma y llevando ambas manos a su boca asombrada)
Celeste abrió sus ojos y estos se cristalizaron de asombro, era ella, la chica con la que paso 7 años de su vida, protegiéndose mutuamente, ojos chocolate, piel canela, cabello negro, era ahora toda una señorita, tendría el atrevimiento de decir que hacia ejercicio, sus brazos lo gritaban, sus manos estaban con vendas y parecía que su armadura era improvisada pero muy bien echa.
-Acaso... ¿Lucía? ¿Eres tu? (Hablaba Celeste acercándose lentamente)
-Si... (Asentía con su cabeza varias veces Lucia)
Miradas entrelazadas, memorizando cada parte, cada facción de la otra, años pasaron y fortalecieron la fruta ahora madura
/-¡Guardias, busquen en cada rincón! (Ordenaba un hombre con su fuerte voz cerca)
Lucía de alguna manera se dio cuenta del asunto y tomó su flecha, la muñeca de Celeste y volvió a la cueva.
-Aun sigues de arraigada por lo que veo (Soltaba pequeñas risas Lucia guiando a Celeste)
-No es eso... Solo que... (Se dio cuenta que Lucia aun le sostenía de la mano)
-Y-yo, L-lo siento princesa (Soltó de inmediato Lucia) Me disculpo si te lastime (Avergonzada sacaba su collar)
Sigamos... (Comenzó a caminar nuevamente)La cueva comenzó a brillar, estaba llena de pequeñas estrellas, parecía activarse el collar, con la piedra, esto dejó a Celeste boquiabierta.
Lucia por su parte no podía dejar de contemplar a su ahora princesa y superior, le parecía justo lo que imagino, al no poder hablar más con ella dejo de ir a los alrededores del castillo, solo se deprimia más pero... Ahora tenía a Celeste frente a ella, cuidandole, ese era su lugar.
-Por lo que veo no traes tu collar (Pronunció Lucia algo decepcionada)
-Oh si... Sobre eso... (Celeste bajo su mirada) Cuando llegue al castillo me despojaron de todo, ropa y accesorios, decían que era una baratija y me lo arrebataron (Contaba suspirando al final)
-No quería entristecerte, lo siento mucho princesa, ya no hablaré más del tema (Se inclino apenada y siguio caminando)
La señorita Zulair también se sentía apenada, quería que le llamara de nuevo por su nombre, detestaba ser de la realeza, extrañaba saltar y trepar árboles, ensuciarse y ser libre.
-Llámame como antes, porfavor (Susurraba Celeste algo nostálgica)
-Mmm... ¿Pero eso no es acaso una falta de respeto hacia su majetad? (Contestaba dudando Lucia)
-Si no me concedes el favor entonces tómalo como una orden (Arrogante pidió la princesa)
-Lamentablemente no soy de tu propiedad... Pero por los buenos años y evitar que llores lo hare (Saco la lengua burlona la morena)
-Veo que ahora tu eres la bromista (Sonrio de lado y Lucía imito)
-Estamos por llegar mi niña, espero no hayas pasado por mucho alboroto (Salieron de la cueva ya de noche)
El bosque, justo en el riachuelo donde de niñas jugaban, miles de luciérnagas adornaban el agua y sus alrededores, simplemente magnífico.
-Thomas estará feliz de volverte a ver, creo que aún te sabes el camino ¿A qué si? (Sonreía Lucia) ¡Las traes! (Comenzó a correr)
-¡O-oye espérame, Luciaaaa! (Le comenzó a perseguir levantando su vestido)
Risas eran sonoras, el viento en sus cabellos, la noche, el bosque, la tierra, su olor... Olía a carne a la parrilla, sopa y cerveza.
-¡El pueblo! (Dio algunos brinquitos de alegría Celeste y tomando de la mano a Lucia entro)
Siguió corriendo hasta donde antes fue su hogar, la herreria Hakings, había gran calor, el bigote negro de su viejo ahora eran gris... Ojos cansados y mirada perdida, la cual volvió a encontrarse con los de su niña...
-¿Celeste? (El semblante cambio a uno alegre dejando de forjar) ¿Eres tu mi niña? (Se acercó y dio una vuelta a la chica) Mira nomas cuanto has crecido, eres toda una señorita ahora (Le abrazo)
/-¡Salgan ahora, por ordenes del rey este lugar será embargado! (Golpeaba la puerta un guardia) ¡Abra la puerta he dicho! (Repetian)
Todos se miraron las caras y ya sabían que hacer y sería ahora o nunca...
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A sus ordenes mi Reina
FantasyEn un pueblo donde la monarquia aún habitaba Celeste y Lucía vivían, pero... Grande la sorpresa cuando una de ellas es reconocida como Princesa heredera al trono, ¿Qué pasará con su amistad? ¿Lucía podrá decirle lo que tanto le cuesta a Celeste?