Capítulo VI

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—Tienes razón, ha sido muy poco caballeroso de nuestra parte tomar decisiones por ti.—contestó Lucian al ver mi irritación—Por favor pemitenos explicarte.

—Lyra,  ha surgido un asunto muy delicado para el imperio y necesito la compañía de mi primo para partir lo más pronto posible a la capital.—dijo Alexander e hizo una pausa—Eres nuestra invitada y no podemos dejarte sola,  por eso te pido que nos honres con tu presencia y nos acompañes—explicó Alexander con una elocuencia impropia de él.

—¿Que asunto tan delicado es ese?—interrogué realmente interesada.

El peso de mi pregunta cayó sobre Alexander y su rostro se tornó sombrío.

—El emperador ha sido envenenado—intervino Lucian— Su estado de salud es poco favorable y el diagnóstico de los médico incierto. Como heredero del trono Alex debe partir antes de que ocurra la tragedia,  si es que ocurre, para reclamar sus derechos y convertirse en emperador.

La situación era más seria de lo que pensaba, aunque no entendía que papel jugabamos Lucian y yo en ese viaje no parecía buen momento para protestar al ver lo turbado que se encontraba Alexander ya fuera por la posible pérdida de su padre o la gran responsabilidad que cargaría en sus hombros si llegaba a convertirse en emperador. Por otro lado si iba a la capital podía investigar sobre quienes eran mis padres biológicos ya que según mi padre adóptivo me acogió cuando regresaba de la capital. Quizá mi verdadera familia seguía ahí fuera buscandome y si no era así yo los encontraría a ellos

—Entiendo perfectamente, iré con ustedes.

—Bien, me alegra oir eso porque partiremos mañana a mediodía.

Esa noche empaqué mis cosas incluida la carta de Bastien. No había tenido el valor de abrirla pero la llevaba conmigo oculta en mis bolsillos a todas partes como si fuera un amuleto. La curiosidad me carcomía pero la incertidumbre era mi mejor aliada si quería superar y suprimir aquellos sentimientos que ya no valían nada.

                         ✴✳✳❇✳✳✴

Al día siguiente después del almuerzo una gran caravana partía a la capital. Como era de esperarse guardias del ducado nos escoltaban junto con una comitiva de sirvientes. El camino era largo y nos tomaría con suerte 10 días llegar al palacio, era muy posible que no llegaramos a tiempo. No tenía ningun sentimiento hacia el emperador pero me daba lástima su hijo que había estado muy callado desde que los tres subimos al carruaje.

Después de cuatro días de viaje Alexander solo miraba ociosamente un juego de cartas mientras Lucian sentado a mi lado estaba absortó en un libro y yo me conformaba con las vistas. Nunca antes había ido tan lejos y me contentaba con ver como cambiaba el verde paisaje desde arbustos pequeños a frondozos árboles.

—¿Te aburres?—preguntó Lucian apartando los ojos de su libro un momento.

—Para nada,  me parece precioso el panorama—dije más entusiasmada de lo que pensaba.

—¿Es la primera vez que viajas tan lejos?—preguntó Alexander y era la segunda vez que hablaba en cuatro días.

—Sí, siempre viví un poco aislada.

—Sí viviste siempre aislada—dijo vagamente mezclando las cartas de su baraja—Me pregunto ¿cómo es que conoces a mi primo?—terminó levantando la mirada.

Su pregunta aceleró mi pulso y secó mi garganta. Podía engañar a una criada pero no a Alexander. El sabía que Lucian no tenía más parentela que él.

—A que viene ese interrogatorio,  Alexander—protestó Lucian.

—Le pregunté a ella no a ti.

—Es una historia demasiado larga y complicada—contesté finalmente.

—Que importa, tenemos tiempo de sobra y estoy lo bastante aburrido para escucharla.

—¡Alex basta!—dijo Lucian cerrando su libro de golpe.

Abrió la boca para protestar pero el carruaje paró de golpe. Uno de los caballeros se acercó a la ventana para comunicarnos que nos detendriamos en una posada a descansar y retomariamos el camino al despuntar el día.

—Creo que la charla termina aquí—comenté mientras me disponía a bajar con ayuda del caballero.

—Muchas gracias—dije cuando ya estaba en el suelo.

Lucian y Alexander ya se habían bajado y se dirigían hacía mi pero alguien me llamó.

—Señorita—saludó Amy.

—Hola Amy—ella sonrió pero al percatarse de la presencia de sus amos hizo una reverencia.

—Señorita, acompañeme. Le mostraré su habitación y laayudaré a instalarse.—dijo recuperando su tono formal.

Agradecida por su oportuna intervensión me marché con ella. La posada era bastante humilde comparada con el castillo peroesa era le idea, pasar desarpercibido. Por muy idiota que fuera Alexander era el heredero del trono y en la situación actual muchos harían cualquier cosa para acabar con él.

Estaba contenta de poder lavarme,  cambiarme y dormir en una cama de verdad. Cuatro días sentada me pasaron factura. Esa noche cené en la habitación y más tarde me dormí profundamente. Al menos eso creía yo.

Pasada la media noche sentí voces y pasos apresurados fuera de la habitación. Aturdida por el sueño abrí la puerta para ver que ocurría. Los caballeros corrían por el pasillo persiguiendo a alguien mientras Lucian apoyado a la pared se sujetaba el hombro dando intrucciones.

—Atrapenlos que no se escapen,  han intentado asesinar al príncipe.

En un isntante solo quedó él en el pasillo y yo en mi puerta mirandolo atónica.

—¿Estas herido?—pregunté acercandome a él.

—Sí—se quitó la mano de hombro y estaba manchada de un líquido que parecía plata fundida—No puedo dejar que nadie vea mi sangre.

—Ven escondete en mi habitación.—y lo ayudé a entrar.

Contra su volundad lo acosté en la cama y revisé su herida,  no parecía muy profunda pero tal vez necesitaría puntos.

—No te preocupes mañana no tendré ni siquiera sicatriz—dijo muy agotado—Sano más rápido que cualquier humano.

—Ya veo,  pero si el objetivo no eras tú ¿por qué estas herido?

—Imaginé que algo como esto podía pasar así que cambié de habitación con Alexander en el último momento. Los asesinos pensaron que yo era él deberías haber visto sus caras cuando se dieron cuena del error.—dijo con una sonrisa torcida en los labios.

—¿Donde está Alexander ahora?—pregunté preocupada

—Seguro en su habitación. Descuida ya envíe cuatro hombres a su puerta.

—¿No se ha enterado de nada?

—Espero que no—dijo preocupado cerrando los ojos—Es demasiado imprudente.

—No creo que tú seas más razonable que él.—le reproché pero ya estaba dormido.

Me senté en una butaca a velar su sueño y la puerta hasta que me quedé dormida. A la día siguiente no estaba en la butaca sino que me encontraba en mi cama arropada y ni rastro de él. Por un momento creíque lo había soñado todo pero vi una nota sobre la almohada vacía a mi lado.

No te preocupes,  estoy bien

                                             Lucian

Un alivio me invadió y en ese momento apareció Amy para prepararme. Me comentó que se había enterado del atentado pero nomencionó a Lucian solo dijo que el príncipe estaba hecho una furia porque le habían ocultado lo ocurrido hasta hoy.




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⏰ Última actualización: Aug 08, 2022 ⏰

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