4.- El señor de las mareas

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Anormal era el clima que se posaba por sobre del Santuario Índigo, una vez el lúgubre y eficaz sanatorio mental para super villanos de Ciudad Gótica, el Asilo Arkham, ahora rehabitada y usado para fines aun más perversos, se inquilinos aún más locos. Su estructura había sido reparada y asistida de todos los tipos de mantenimiento que le fue accesible a un grupo tal, como el Santuario Índigo; sobre el lugar una especie de nubes con forma de anillos se movían en círculos alrededor sobre el santuario, dejando salir uno que otro relámpago púrpura que iluminaba por unos segundos la lúgubre y primaveral construcción, pues a pesar de ser el punto más frío del invierno, el Santuario Indigo y sus alrededores carecían de nieve, en su lugar nevaba y su poco común vegetación florecía con creces, creando así un círculo índigo en medio de un basto y enorme edén invernal. Ya tallado en la roca de las murallas que rodeaban al gótico castillo, y confeccionado en ventanales, como aquel enorme ventanal circular al frente a la entrada, yacía de gloriosa y tétrica manera la heráldica del Santuario Índigo, como una señal de bienvenida a sus miembros, y una de alerta para el resto.

Los pasillos en su interior, eran más concurridos que nunca antes, ni en sus días de gloria o de mayor población, ya fuera de trabajadores o pacientes; habitaciones, comedores y salas de espera, todas llenas casi a reventar de gente, la unica dife...

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Los pasillos en su interior, eran más concurridos que nunca antes, ni en sus días de gloria o de mayor población, ya fuera de trabajadores o pacientes; habitaciones, comedores y salas de espera, todas llenas casi a reventar de gente, la unica diferencia, eran los términos de convivencia. Nadie hablaba, no amigos, pacientes o desconocidos, ni una palabra entre ellos más allá que el constante: Nok; que estos se repetían el uno al otro en lugar de un saludo o despedida. Bajando las escaleras, hasta lo más profundo del una vez asilo, en aquel recóndito rincón donde los villanos de mayor peculiaridad o nivel de riesgo se mantenían hace años, el hombre que había visitado el centro de caridad, el único que no les pertenecía, bajaba lentamente las escaleras, paso tras paso, escuchándolo una vez y más y echando la cabeza para atrás ante el goce que era escuchar aquel cántico.

—Tor lorek san, bor nakka mur— escuchaba el fuerte eco de lo que parecía ser múltiples grupos cantando al unísono, en muchas de las cámaras del asilo —; Natromo faan tornek wot ur; Ter lantern ker lo Abin Sur;— seguía escuchando a su paso, logrando percibir una dominante voz femenina, abriéndose pasó a mayor volumen y peso que el resto en aquel cántico; pronto, el hombre llegó hasta una sala que parecía haber sido una vez puramente para villanos, o super personas, con habilidades relacionadas al agua, y su fauna. En aquella gigantesca sala, pudo verla, la mujer que dirigía el cántico juramental, cronómetrandolo con golpes al suelo de su bastón —¡Taan lek lek nok...!— gritaban con mayor fuerza las personas que, apenas el hombre hecho un vistazo, pudo ver se encontraban arrodilladas, todas con vestimentas ceremoniales que asemejaban a las vestimentas de los nativos americanos, y pintura índigo en su cuerpo, resaltandoles en la frente el símbolo índigo neon del santuario

—¡Formoorow Sur!— exclamó la mujer con un fuerte grito a todo lo que su voz le permitió, dejandose a la luz de un reflector que daba visión completa a su aspecto y terminando el cántico; la mujer sólo usaba un prenda superior en el pecho y hombros, misma que le cubría su voluptuosidad apenas al borde inferior de su busto, teniendo en conjunto una larga falda que partía de su cadera y sólo protegía su intimidad y retaguardia, dejando a la vista sus largas piernas; su cabello estaba peinado en rastas hacia atrás, rozandole estas la espalda; su vestimenta culminaba con vendajes y un gran collar metálico en su cuello, dejando así a la vista, casi totalmente, su tersa y curtida piel rosada —. Nok, Shane Thompson.— saludo la mujer al hombre, sosteniendo a una mano su bastón, el cual parecía de madera púrpura y en la cima una especie de cabidad que producía bioluminicencia, misma que se pareció sintonizarse con el símbolo en su frente, y el emblema en su pecho, mismo que yacía encerrado en un círculo índigo con el fondo blanco, resaltando de sobre manera el símbolo del Santuario Índigo.

DC: El horror que volvió índigo a GóticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora