013

954 62 4
                                    

El trayecto hasta mi apartamento es un ejercicio de conducción acrobática. Intento desesperadamente no despegar la boca de _____ sin matarnos. Está sentada sobre mi regazo: me besa el cuello, me chupa la oreja, me está haciendo perder la puta cabeza. Tengo una mano en el volante y la otra metida entre nuestros cuerpos para acariciarle el estómago, el cuello y esos perfectos pechos que me provocan a través de su blusa entreabierta.

No intentéis hacer esto en casa, chicos.

Su falda trepa por sus muslos mientras se contonea sobre mi erección. Me da tanto placer que tengo que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para evitar que se me pongan los ojos en blanco. La beso con fuerza y miro la carretera por encima de su hombro. Ella se desliza arriba y abajo y me masturba al hacerlo. Santo Dios, el sexo en seco nunca fue tan placentero.

¿Control? ¿Limitaciones? Las mandamos a paseo hace ya un buen rato.

Por fin llego al aparcamiento de mi edificio. Estaciono en el primer sitio que veo libre y arrastro a _____ fuera del coche. Con las manos en su culo y sus piernas alrededor de mi cintura, me la llevo hasta el ascensor mientras nuestras lenguas y nuestros labios bailan furiosamente.

No cierro el coche con llave. Creo que ni siquiera he cerrado la puerta.

Me da igual.

Que lo roben. Tengo cosas más importantes que hacer.

Me tambaleo hasta el ascensor y pulso el botón del ultimo piso antes de empotrar a _____ contra la pared y pegarme a ella como me moría por hacer. Ella deja escapar un largo y profundo gemido dentro de mi boca. Es como una escena de Atracción fatal , pero sin la parte espeluznante.

Cuando llego a mi puerta rebusco las llaves mientras sigo agarrando a _____ con la otra mano. Ella me muerde la oreja y susurra:

—Date prisa, Jimin.

Si la puerta no estuviera abriéndose ya, la habría echado abajo. Caemos en el interior del piso y le doy una patada a la puerta para cerrarla. Le suelto las piernas y sus pies se deslizan entonces por mi cuerpo creando una deliciosa fricción en su descenso. Necesito tener las manos libres.

Empiezo a desabrocharle la blusa sin despegar mis labios de los suyos. _____ no es tan habilidosa, o quizá sólo esté impaciente: entierra los dedos en la abertura de mi camisa y tira con fuerza. Los botones rebotan por el suelo.

Acaba de romperme la camisa.

¿Podría ser más excitante?

Encuentro el cierre de su sujetador y lo abro con una sola mano. Soy un experto con estas cosas. Que Dios bendiga a quien fuera que inventara los sujetadores con cierre frontal.

_____ separa los labios y desliza las palmas de sus manos por mi pecho y mis abdominales. Sus ojos están llenos de asombro mientras siguen el camino de sus manos. Yo la observo mientras mis dedos se deslizan por su clavícula, por entre sus perfectos pechos y por ese valle que tanto me gusta hasta descansar en su cintura.

—Dios, Jimin, eres tan...

—Increíble —acabo por ella.

Vuelvo a estrecharla contra mí al tiempo que la rodeo con los brazos y le levanto los pies del suelo cuando retrocedo hacia el sofá. ¿He dicho que creía haber tocado el cielo mientras bailaba con ella? No. Su pecho desnudo contra el mío, así es como debe de ser el cielo. Es el puto paraíso.

Dibujo un camino de besos por su mandíbula y succiono la tierna piel de su cuello. Me encanta el cuello de _____ y, a juzgar por los sonidos que vibran en su garganta, a ella le encanta lo que le hago. Me reclino en el respaldo del sofá arrastrándola conmigo hasta que su pecho queda completamente pegado al mío y sus piernas cerradas entre mis rodillas abiertas. Ella acerca sus labios a los míos para darme un último beso antes de levantarse y alejarse.

𝔼𝕟𝕣𝕖𝕕𝕒𝕕𝕠𝕤 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] ᴘᴀʀᴋ ᴊɪᴍɪɴ +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora