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¿Os he dicho ya que me encanta mi trabajo?

Si mi empresa fuera la liga profesional de béisbol, yo sería el jugador más bien valorado. Soy socio de una de las mejores compañías financieras de Seúl, y estamos especializados en telecomunicaciones. Sí, sí, mi padre y sus dos mejores amigos fundaron la empresa. Pero eso no significa que no me haya roto el culo para estar donde estoy, porque lo he hecho. Tampoco significa que no coma, respire y duerma pensando en el trabajo para ganarme la reputación que tengo, porque es así.

¿Qué hace un agente financiero, preguntáis? Pues, ¿os acordáis de la película Pretty woman , cuando Richard Gere le explica a Julia Roberts que su compañía se dedica a comprar otras y venderlas por piezas? Pues yo soy el tipo que ayuda a hacer eso. Yo negocio los precios, diseño los contratos, dirijo las auditorías, esbozo las condiciones de crédito y hago muchas otras cosas que estoy convencido no tenéis ningún interés en escuchar.

Seguro que os estáis preguntando por qué un tipo como yo ha citado una cursilada de película como Pretty woman. La respuesta es muy sencilla. Cuando era pequeño, mi madre decidió celebrar el día de la película en familia cada semana. Y la Perra podía elegir la película que más le apetecía ver cada quince días. Eso significa que tuve que tragarme su obsesión por Julia Roberts durante casi un año. Podría recitaros la maldita película de memoria. Aunque tengo que admitir que Richard Gere es el puto amo.

En fin, ya podemos volver a mi trabajo.

Lo mejor de todo es el subidón que experimento cada vez que cierro un trato, uno de los buenos. Es como ganar al blackHoseok en un casino de Las Vegas. Es como ser el elegido por Jenna Jameson para protagonizar su nueva película porno. No hay nada mejor, y lo digo en serio.

Yo me encargo de investigar para mis clientes y soy el tipo que les recomienda las operaciones que deben hacer. Siempre sé qué compañías se mueren por encontrar comprador y cuáles están pidiendo a gritos una adquisición hostil. Yo soy quien maneja la información reservada sobre qué magnate de las telecomunicaciones está a punto de saltar del puente de Brooklyn porque malgastó los beneficios de su empresa en putas de alto standing.

La competencia para ganarse a los clientes es muy dura. Tienes que seducirlos, conseguir que te deseen, hacerles creer que nadie podrá hacer por ellos lo mismo que tú. Es como perseguir un polvo. Pero al final del día, en lugar de conseguir un buen culo, me dan un talón lleno de ceros. Yo gano dinero para mí y para mis clientes, mucho dinero.

Los hijos de los socios de mi padre también trabajan aquí, Kim Taehyung y Jeon Jungkook. Sí, ese Jungkook, el marido de la Perra. Al igual que nuestros padres, nosotros tres también crecimos juntos, fuimos a la misma escuela y ahora trabajamos juntos en la compañía. Los viejos nos dejan el trabajo de verdad a nosotros. Vienen a controlar de vez en cuando para tener la sensación de que siguen estando al mando, y luego se marchan al club de campo a jugar al golf.

Taehyung y Jungkook también son buenos haciendo su trabajo, no me malinterpretéis. Pero yo soy la estrella. Yo soy el tiburón. Yo soy la persona por la que preguntan los clientes y al que temen las compañías en quiebra. Ellos lo saben y yo también.

El lunes por la mañana llego al despacho a las nueve en punto, como siempre. Mi secretaria, la chispeante rubia con buena delantera, ya está aquí con mi agenda del día preparada, mis mensajes del fin de semana y la mejor taza de café del área metropolitana.

No, no me la he tirado.

Y no porque no me encantaría hacerlo. Creedme, si no trabajara para mí, la embestiría con más fuerza que Muhammad Ali.

Pero tengo normas, una escala de valores lo llamaría yo. Y una de esas normas me impide tener rollos en la oficina. No cago donde como, no meto la polla donde tengo la olla. Y no tiene nada que ver con las denuncias por acoso sexual que eso podría suponer. Lo he decidido así porque es una mala política: no es profesional.

𝔼𝕟𝕣𝕖𝕕𝕒𝕕𝕠𝕤 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ] ᴘᴀʀᴋ ᴊɪᴍɪɴ +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora