5. Memorias

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Clelia

Madre mia. MADRE MIA.

¿En serio acabo de enfrentarme a Asher sin tartamudear?

Me río mentalmente al visualizar de nuevo su cara, totalmente confuso. Seguro que se esperaba que aceptara a hablar con él.

Pues no, ¡chúpate esa Asher! Ya no causas nada en mí.

Si, dilo hasta que te lo creas.

Bueno, puede que aún tenga algo de efecto en mí, pero de todos modos he podido contestarle y no quedar como una idiota.

Clelia 1 - Asher 0.

Suspiro, buscando como salir de la universidad. Después de un día bastante intenso, por fin me dirijo hacia casa. Una buena siesta me espera.

Cuando finalmente encuentro la salida, veo a Ana y a todos los demás en un rincón. Me muerdo el interior de las mejillas y les saludo con la mano para no parecer borde, pero Ana me llama antes de que pueda alejarme de nuevo.

Joder, que me quiero ir ya a casa.

—Hey, Clelia —Miles me saluda bastante animado, yo le devuelvo el saludo con menos ganas. Tengo sueño.

—Justo estábamos hablando de ti —me dice Ana, yo levanto la ceja, preguntándole con la mirada —. Tranquila, no era nada malo. Nos preguntábamos si querrías venir este finde con nosotros de acampada. Nos falta una persona, y como nos caes bien y Ash y tú sois amigos, nos has parecido una buena opción. Dinos, ¿te apuntas?

Siento las miradas de todo el grupo en mí, y de repente siento una incomodidad enorme. ¿Cómo les digo que lo último que quiero es irme de acampada con Asher?

—Eh... Bueno, no sé. No sé si puedo. Ya os diré algo —me aplaudo mentalmente al poder encontrar una respuesta que no sea ni un sí ni un no, sin embargo parece no agradarles del todo.

—Vale. Me avisas, ¿eh? —Ana parece notar que no estoy cómoda, porque me da un empujón amistoso como despedida, así que aprovecho, les digo adiós a todos y me voy, mucho menos feliz que antes.

Madre mía, con lo guay que sería ir de acampada. Pero no, de todas las personas que podía conocer, he acabado en el grupo donde Ash también está.

Vaya suerte la mía, ¿no?

Clelia 1 - Asher 1.

...

—Ya estoy en casa  —me tiro prácticamente de cabeza al sofá, y me quedo unos segundos en la misma pose.

—Hola. ¿Qué tal el primer día?  —mi madre se sienta al otro lado del sofá, así que me incorporo y le miro, poniendo la peor cara posible. Ella se ríe.

—Mamá, no me vas a creer la mala suerte que tengo.

—Ya, seguro. Déjame adivinar, ¿te has encontrado con Asher?  —levanto las cejas sorprendida y ella sonríe, negando con la cabeza  —Cariño, ¿que otra cosa podría ser tan mala? Te has estado preocupando todo el verano por eso. Ya veo que tampoco te ha servido mucho. Tendrás que arreglar las cosas con él  —niego repentinamente ante las palabras de mi madre, pero ella insiste  —Lia, Asher es como un segundo hijo para mí, y se que es importante para ti. ¿Por qué no intentas hablar con él? Se le echa de menos.

Me levanto del sofá enfurruñada, susurrando que no. Genial, mi madre está del lado de Ash.

Clelia 1 - Asher 2.

Mejor dejo esto, porque tengo todas las que perder.

Me voy a mi cuarto mientras escucho como mi madre me grita que sé que ella tiene razón, y me estiro en la cama, cansada.

Buff, ¿debería ir de acampada? Así podría ver si soy capaz de estar en un espacio reducido con Ash y no sentir nada. Además, me iría bien desconectar un poco...

—¡Clelia! Alguien pregunta por ti   —bajo perezosamente las escaleras al escuchar a mi madre, y veo que está hablando con An.

Espera, ¿qué hace ella aquí?

—Ehh, ¿hola?  —las dos se giran al oír mi voz, pero mi madre es la primera que habla.

—¡Lia! ¿Cuándo pensabas contarme lo de la acampada?  —miro con reproche a An, pero ella gira rápidamente la cabeza.

—Bueno... Es que, no me he acordado —utilizo la vieja confiable, pero sé que no me cree.

—Mh. Ya, seguramente ha sido eso. Bueno Ana, querida, cuéntame más. Me interesa saberlo. A ver si Lia se mueve un poco y sale de casa ya, que la tengo que aguantar siempre yo.

—Mamaaa. No exageres, que estar conmigo es un placer. Ana, sube, dejemos a mi madre sola, que no me quiere aguantar —mi madre me saca la lengua y, Ana, un poco incómoda por la escena, me hace caso y me sigue. Antes se despide rápidamente de mi madre.

Mientras vamos subiendo las escaleras, observo cómo Ana mira los cuadros colgados en la pared. Se fija especialmente en uno dónde salimos Asher y yo, pero no dice nada. Yo hago como que no me doy cuenta.

Mejor ahorrarnos conversaciones inútiles.

—Dime, Ana —cierro la puerta y me dirijo de nuevo a mi cama, poniéndome cómoda —, ¿por qué tanto empeño con que vaya a la acampada con vosotros?

Ana se sienta a mi lado -después de pedirme permiso- y suspira. Yo la sigo mirando, esperando a que me conteste.

—Bueno... Va a sonar un poco pobre, pero me has caído muy bien y... pues me gustaría conocerte más y... —la interrumpo, porque sospecho que no me está diciendo la verdad.

—Venga va, dime la verdadera razón. No pasa nada, ni que me vaya a enfadar o algo.

Ella se ríe, pero lo hace tensa. Después suelta todo el discurso que seguro que llevaba preparado desde que ha llegado.

—Mira. Te conozco solo desde hace unas horas, pero me he enterado de más cosas en estas horas que en todo el verano. Escúchame, me acabas de dar el nuevo objetivo de mi vida; volver a hacer que tú y Asher os habléis —voy a replicar, pero antes de poder hacerlo ella me manda a callar —Clelia. Fuera bromas. No sé qué pasó entre vosotros, aunque espero que algún día sientas la confianza de decírmelo, pero conozco a Asher desde hace dos años, y siempre ha tenido un pasado que no ha querido revelar. Al menos a mí. Ese pasado eres tú. Y, sinceramente, creo que le gustas.

En el preciso momento en el que escucho las palabras de Ana, me río, esperando a que sea broma. Ella se queda seria.

—Espera, espera. ¿Me estás hablando en serio? Tú flipas. A Ash no le gusto, créeme. Más bien al contrario.

—No lo creo —dice ella.

Yo me quedo callada, porque no sé qué decir.

—Te hago una propuesta —me giro hacia ella al oír su voz —. Ven a la acampada e intenta descubrir si le gustas. Si ves que no, te dejo tranquila. Pero, si ves ni que sea un mínimo signo de que sí, voy a seguir con el propósito. Necesito algo de acción en mi vida.

Me quedo un rato mirándola, pensando en su petición. ¿Tampoco es tan mala idea, no?

—Trato hecho —Ana me ofrece la mano al escucharme, y yo se la estrecho.

De todos modos, sé que va a ser un no.

¿Verdad?

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