Supervivientes

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Ben (Colombia)

  Ser empleado en una gasolinera a las afueras de la ciudad ya era una desventaja para Ben. A eso había que sumarle que vivir solo no era sencillo y más aún para alguien transgénico, donde las oportunidades en cualquier parte que estuviese se limitaban un poco. Pese a ello, era un chico bastante adaptable y guerrero. Un único interés que lo distraía de su vida era la fotografía, incluso su cuenta en Instagram era grande, pero no lo suficiente para sacarle provecho del todo. Es por ello que solía mirar paisajes y perderse en lo fabuloso que sería tomar una foto del momento exacto, como estaba pasando en ese momento con el atardecer de la ciudad.

- ¡Eh! ¿ya acabó? -. Lo sacó de sus pensamientos el cliente al que le llenaba el tanque.

- Em sí que pena -. Dijo mientras sacaba la boquilla y cerraba el tanque -. Serían 42.320 pesos.

- Cárgalo a esta, chica -. Le enseñó la tarjeta.

- Soy un chico -. Dijo Ben sin perder el control, no era el primer imbécil que le decía eso tratando de ligar. Tomó la tarjeta y cobró el montón -. Aquí tienes.

- Por cierto, lindos ojos -. Le pasó una tarjeta con su número -. Cuando quieras me llamas.

- Claro -. Sonrió falsamente, algo que se le daba muy bien.

  Apenas salió ese auto arrugó esa tarjeta y fue dentro de la tienda para beber agua. Antes de poder hacerlo la jefa le señaló afuera. Otro auto. Era otro aspecto fastidioso para él, terminaba de atender uno, no venía nadie y cuando entraba a por un poco de agua o lo que sea, aparecía un auto de la nada. Abrió la puerta haciendo sonar la campanita; pero antes de salir, las personas bajaron del auto y se escondieron debajo de éste. No mucho después, unas aves salieron de entre los árboles y comenzaron a posarse sobre el auto. Ben intentó ponerse a cubierto lentamente, pero al mover un pie las aves fijaron la vista en él. Sus ojos verdes se abrieron y vio que bajo el auto las 3 personas le hacían señas para que se quedara quieto. Él estaba allí inmóvil y con el corazón latiendo el doble de lo normal.

  Lastimosamente, su jefa descolgó el teléfono y el simple sonido de la línea caída hizo que las aves concentraran toda su atención en la tienda. La pupila de Ben se dilato y enseguida salió corriendo hacia la puerta trasera. Escucho los vidrios romperse y los gritos de su jefa segundos después. Eso le dio tiempo a él y los demás de entrar al baño de fuera y tener refugio ahí. Era un lugar bastante amplio por lo que la incomodidad no se presentó. Sus acompañantes eran 2 personas jóvenes y un chico bastante alto.

  Pasaron minutos y una que otra vez alzaban un poco la cabeza para ver el exterior. Completamente silencioso, la luz del cartel iluminaba solo el área y lo demás apenas era iluminado por la luz de la luna. Nadie decía una sola palabra, solo se miraban hasta sentirse incómodos y mirar a otro lado. Al cabo de 1 hora decidieron salir.

- Echaré un vistazo -.  Dijo David.

- Voy contigo -. Dijo Ben.

  La chica y su hermano esperaron dentro. El miedo y la ansiedad los comía vivos.

- Está bien, pueden salir.

- Supongo que vienen de la ciudad -. Dijo Ben.

- En efecto.

- ¿A dónde se dirigen?

- Suponemos que a cualquier lugar donde podamos evadirlos mas fácil.

- ¿Puedo ir con ustedes?

- Seguro. Mientras mas, mejor.

- Soy, Ben.

- David. Ella es Rachel y el pequeño no tan pequeño es Mateo. Es sordo.

Al Borde De La ExtinciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora