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           BROOKLYN NUNCA ESTUVO DE ACUERDO CON EL PENSAMIENTO DE NEGAN Y SU MANDATO AUTORITARIO. Oprimiendo a otras comunidades a costa de su beneficio y pagándoles con muerte cuando sus órdenes no eran acatadas. Todo eso estaba en contra de por lo que la mujer siempre había luchado desde su juventud, cuando comprendió que su carácter compasivo le impedía aguantar las injusticias. Brooklyn entró a la academia policial una semana después del gran atraco al banco Williamsburg ( el más importante del distrito de Brooklyn ) en el que los ladrones capturaron a mas de cincuenta rehenes, de los que solo sobrevivieron diez tras el tiroteo de huida. Una de las balas dejó a su madre en en cama el resto de su vida, con un daño medular y cerebral irreversible. Le prometió a su madre—que había perdido las capacidades de oír, ver y hablar.—que salvaría a personas inocentes como ella que solo habían estado en el lugar equivocado a la hora equivocada.

    Ahora, libre de Negan, Brook había comprendido que para encajar con la gente de Alexandria debía construirse una nueva vida más similar a la que había llevado antes del apocalipsis. Se sentía un poco oxidada en lo que refería al afecto sencillo y social del que había sido dotada desde que era una niña y se relacionaba con todos en su salón. Pero de eso ya habían pasado casi treinta años. La novedad de que un grupo al que habían martirizado les permitiera unirse a ellos y recuperarse era todo un sueño por cumplir.

     Los días desde que su antiguo líder fue encerrado pasaron rápido y con varias novedades relacionadas a la asignación de trabajos. Rosita le había encomendado la limpieza del lugar durante aquella semana, pues solían rotar cada cinco o siete días. No era su tarea favorita pero la mantenía entretenida durante varias horas al día dándole tiempo para descansar del calcinante sol de verano. Aquel lugar era un secarral y Brook lo detestó desde el primer día que llegó, en aquellas tierras solo crecía la pobreza.

    Pasó la escoba por el último rincón que le quedaba en el día y se sentó sobre una silla roída de madera de pino, dejando a la sombra del tejado enfriar su cuerpo. En unas horas comenzaría a anochecer, entonces se podría ver el halo rojizo del sol comenzar a ocultarse tras el horizonte, formando una bonita gama de color en el cielo, desde el azul al rosa y el amarillo. Brooklyn nunca había sido entusiasta del campo, siempre había llevado una vida urbana rodeada de rascacielos, pero era cierto que en medio del bosque el atardecer coloreaba las siluetas de los arboles con un encanto inigualable. 

    —¿Qué haces ahí parada?—La voz del hombre le sacó de su abstracción.

    Apenas pasó un par de minutos sentada cuando Daryl se aproximó hacia ella con su característico semblante serio. Desde que el hombre se estableció allí Brook nunca lo vio componer una expresión que no fuese la de pasividad absoluta o falsa autoridad. Todos eran capaces de percibir que Daryl rechazaba mentalmente la idea de liderar a los pocos que quedaban en el santuario.

trust   ∅  daryl dixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora