IV. La vida cotidiana | YatoYota

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Donde Yatora dibuja muchos bocetos de Yotasuke durante su vida cotidiana.

Esa noche, cuando Yatora regresó del trabajo, encontró a Yotasuke sentado ante su caballete, trabajando en un cuadro que un cliente le había encargado

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Esa noche, cuando Yatora regresó del trabajo, encontró a Yotasuke sentado ante su caballete, trabajando en un cuadro que un cliente le había encargado. Aquel cuadro era bastante especial, pues su cliente le pidió que dibujara un sueño que había tenido recientemente. Les describió su sueño bastantes veces, para que Yotasuke tuviera suficientes detalles y pudiera dibujarlo lo más exacto posible. Según les dijo, soñó que estaba en un inmenso campo de girasoles, acompañado por su esposa; ella caminaba delante suyo, y lo agarraba de la mano, guiándolo por un estrecho sendero, que dividía el campo en dos grandes mitades. Apenas despertó, se apresuró por escribir su sueño en una libreta, y luego le encargó a Yotasuke que lo pintara, pensando regalarle aquel cuadro a su esposa, durante su décimo aniversario de bodas, que sería el mes siguiente.

Intentando no hacer mucho ruido, Yatora dejó su mochila sobre la mesa de la cocina, y desde allí, se quedó mirando a Yotasuke mientras trabajaba, totalmente concentrado. Como aquel cuadro era algo grande, Yotasuke había tenido que mover su caballete a la sala, pues la pequeña habitación que ambos usaban como taller de dibujo estaba empezando a quedarse sin espacio. Al principio, cuando compraron ese apartamento, ambos pensaron que esa habitación sería perfecta para usarla como taller compartido, pero ahora, en cambio, ya no quedaba espacio para meter nada más entre los caballetes, los estantes repletos de materiales y los montones de cuadros ya terminados, que no paraban de amontonarse apoyados contra las paredes. Por eso estaban ahorrando para alquilar otro taller más grande, y Yatora esperaba que pronto pudieran reunir suficiente dinero para alquilarlo y dejar todas sus cosas allí.

Mientras lo miraba, Yatora pensó decirle que debería detenerse por ese día, pues ya era bastante tarde y debía descansar, pero no quiso interrumpirlo al verlo trabajando tan concentrado. Entonces apartó la mirada, pensando no molestarlo, y luego abrió el refrigerador, buscando algo para comer. Se sirvió un tazón con leche y cereal, y mientras comía, en silencio, se puso a revisar Instagram; vio que Kuwana había montado fotos de su última exposición de esculturas, Hashida había publicado sobre un nuevo museo que recomendaba visitar y Yakumo le había enviado una invitación para su próxima exhibición de pinturas. Yatora no pudo evitar sonreír al ver lo felices que eran sus amigos, pues a todos les estaba yendo bien; él también era bastante feliz, y más desde que vivía con Yotasuke.

Cuando terminó de comer, Yatora miró de nuevo a su novio, quien seguía exactamente en la misma postura que media hora antes. De repente, le entraron muchas ganas de dibujarlo así, y antes de que pudiera darse cuenta, ya había sacado su libreta de bocetos y estaba concentrado en dibujarlo. Lo dibujó en esa misma postura, erguido ante el caballete, con su brazo extendido hacia el lienzo y su mano cerrada en torno al pincel, que estaba usando para agregar nuevos detalles a los montones de girasoles que dominaban la escena. ¡Qué genial se sentía dibujar a alguien a quien amaba tanto! Terminó su dibujo a los pocos minutos, y sonrió satisfecho ante el resultado.

El ángel vigía | Blue Period One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora