Donde, una vez más, Yuka es rechazada por un hombre.
Yuka entró vacilante a la galería de arte, y las pálidas pero resplandecientes luces que colgaban del techo la cegaron por un instante. Una joven recepcionista se acercó sonriendo, le entregó un par de coloridos folletos y deseó que pasara un buen rato durante su recorrido por la exposición. Era la exposición de un viejo amigo suyo, al que tenía bastante tiempo sin ver: Yaguchi Yatora, el mismo Yatora del que estaba enamorada desde sus lejanos días en la escuela preparatoria. Era su primera exposición en la Galería de Arte Nagai, una de las galerías más grandes y prestigiosas de Tokio; había tenido un montón de exposiciones pequeñas en otros lugares, pero nunca en uno de tanto renombre como ese. Sin duda, la invitación a montar su propia exposición en Nagai era una muestra de lo bastante popular que se estaba haciendo Yatora en tiempos recientes, tanto que parecía alejarse de Yuka cada vez más, volviéndose inalcanzable.
Avanzó con pasos lentos por el primer recinto de la exposición, mirando con ojos ansiosos al resto de personas que iban y venían alrededor suyo, con la esperanza de encontrar a Yatora entre la gente. Pero no lograba encontrarlo por ninguna parte; de hecho, era poco probable que Yatora estuviera en la galería esa noche, pues era la segunda semana de la exposición y no una noche importante como la de inauguración o clausura. Seguro estaría ocupado con algo mucho más importante, quizás hablando en alguna entrevista en la radio, cenando en compañía de otros populares artistas y críticos que ahora frecuentaba o pintando algún cuadro nuevo, porque dejar de pintar, incluso por un solo día, era algo imposible para Yatora, quien había logrado hacer que su vida girase en torno a lo que más amaba en este mundo: el arte.
Y así había vivido durante esos cinco interminables años —y contando— que habían pasado sin verse, siempre buscando entre la gente con la esperanza de encontrar a Yatora una vez más, en cualquier momento y lugar, pero siempre en vano, como si el universo no quisiera que volvieran a verse nunca más. Lo seguía en todas sus redes sociales, siempre estaba pendiente de todo el contenido nuevo que compartía y visitaba todas y cada una de sus exposiciones, aunque nunca se había atrevido a contactarlo de nuevo, como si ya no quedara nada de esa chica atrevida que lo había invitado al club de arte en primer lugar. Nunca se lo había dicho a nadie por lo terriblemente patética que se sentía, pero no sabía cómo demonios había sobrevivido durante todo ese tiempo sin verlo, como si Yatora fuese lo único que le faltaba para colmar aquel enorme vacío que la carcomía por dentro.
Se detuvo ante el primer cuadro y se esforzó por concentrarse en el mismo, convencida de que, como siempre, tampoco encontraría a Yatora en la galería esa noche. Aquel primer cuadro era de un intenso tono azulado, tan intenso como el de ese lejano amanecer de Shibuya que Yatora intentó capturar en una pintura para su clase de arte y que capturó la atención de Yuka, sin saber que era suyo. Sin embargo, había una tímida pincelada naranja que se asomaba hacia el centro del cuadro, rasgando el intenso color azul que dominaba todo, como un resplandor de esperanza en medio de un nuevo amanecer. Le recordaba mucho al entusiasta Yatora del club de arte, de las clases particulares con la profesora Ooba, de la época antes de ingresar a Geidai, antes de que sus vidas se alejaran por caminos radicalmente opuestos y dejaran de verse tan a menudo.
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El ángel vigía | Blue Period One-shots
Fanfiction❝El ángel vigía. Es larga la carretera cuando uno mira atrás, ¿por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá? Quiero verte la cara. Adoro la teletransportación. Y aunque cambiemos de lugar las banderas, siempre es como la primera vez. No quiero má...