V. Óleo de mujer con sombrero | YatoYuka

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Donde Yatora dibuja a Yuka en su taller de modista.

Yatora se detuvo frente al viejo edificio donde se suponía que estaba el taller de Yuka, y se quedó mirando las descoloridas ventanas de cada piso

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Yatora se detuvo frente al viejo edificio donde se suponía que estaba el taller de Yuka, y se quedó mirando las descoloridas ventanas de cada piso. Esa misma mañana, cuando Yuka lo llamó para pedirle ayuda con algo, Yatora aceptó ayudarla sin pensarlo mucho, pero luego, cuando le preguntó para qué necesitaba su ayuda, ella sólo le dijo que viniera, y colgó la llamada. Siguió mirando el viejo edificio, aún sin haber decidido si entrar o mejor irse. Hacía bastante tiempo que no veía a Yuka, y lo único que sabía era que ahora trabajaba como modista; le alegraba mucho que ella estuviera bien, pero no estaba muy seguro de si podría ayudarla, pues él no sabía nada sobre moda. ¿Por qué Yuka le había pedido su ayuda? Quizás habría sido mejor que buscara a alguien que supiera más sobre moda, en lugar de preguntarle a él, que no sabía nada del tema.

Siguió parado en el mismo sitio, mirando a las personas que iban y venían a su alrededor o que entraban y salían del edificio. Al final, decidió entrar y subir al taller de Yuka, pues ya estaba allí y no podía echarse para atrás, luego de haberle prometido a su amiga que iría a ayudarla. Cruzó la calle, entró al edificio y subió al piso que Yuka le indicó, deteniéndose ante una de las puertas, la que tenía pegada un pequeño cartel que decía taller de modista. Tocó el timbre, y esperó.

Yuka le abrió la puerta a los pocos segundos.

—Yatora, por fin llegas —lo saludó—. Llevo rato esperándote.

Yatora se disculpó por la demora, obviamente ocultando que se había quedado casi media hora parado afuera, indeciso.

—Pasa. —Yuka se apartó de la puerta para dejarlo entrar—. Y disculpa el desorden.

Yatora entró al taller, y miró a su alrededor. Dos grandes mesones con sus taburetes ocupaban la mayor parte de la habitación, y sobre ellos, estaban instaladas las máquinas de coser, junto a un desorden compuesto por costureros, tijeras, cintas métricas y retazos de tela. Contra las paredes se alineaban varios estantes, repletos de telas y otros materiales, y en una esquina se agrupaban algunos maniquíes de distintos tamaños, cubiertos con trozos de tela. Al fondo, la única puerta que había en la habitación estaba entreabierta, dejando ver lo que parecía ser un pequeño cuarto de baño, con su lavabo y un diminuto espejo colgando encima.

Luego miró a Yuka, que estaba parada a su lado, sonriéndole.

—Bien, ¿qué tengo que hacer? —Le preguntó Yatora, dejando su mochila sobre un taburete vacío.

—Estoy aprendiendo a hacer sombreros —dijo Yuka, señalando un estante que estaba repleto de sombreros para mujer—. Todos estos son de mujer, y ahora quiero hacer uno de hombre.

El ángel vigía | Blue Period One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora