I. Donde las garzas danzan | YatoYota

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Donde Yatora encuentra algo de inspiración dibujando a las garzas del parque.

CONTIENE SPOILERS DEL MANGA. 

Su vida en Geidai no estaba yendo tan genial como había imaginado

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Su vida en Geidai no estaba yendo tan genial como había imaginado.

Aunque esa era la carrera de sus sueños, su más grande vocación, apenas lo estaba disfrutando. Era demasiado estresante; los temas que le asignaban eran complicados, los profesores le criticaban sin piedad alguna, y los cuadros que últimamente pintaba eran todos mediocres. Desde hacía bastante tiempo, había olvidado cómo se sentía disfrutar mientras dibujaba cualquier cosa, por ejemplo aquel verano que pasó pintando una cantidad monstruosa de cuadros, cuando solía asistir a las clases del club de arte, con la profesora Saeki. Ahora no podía pintar absolutamente nada sin primero pensar un concepto, que fuese lo suficientemente bueno para complacer a sus profesores, pues temía que todas sus ideas resultasen demasiado simples para producir un buen cuadro.

Pensó que, después de las vacaciones de verano, quizás su situación mejoraría un poco; pero apenas les asignaron un tema para su primera tarea, sintió que nuevamente se hundía en el mismo bloqueo creativo. También se sintió muy estúpido, porque el tema era demasiado fácil: dibujar animales. Sin embargo, ahora no podía dejar de darle vueltas en su cabeza, intentando descubrir el significado profundo, la verdadera razón por la cual sus profesores les asignaron aquel tema, tan aparentemente simple. Mientras tanto, la mayoría de sus otros compañeros ya habían empezado a trabajar en sus propios cuadros; Yakumo y Momoyo estaban hablando sobre varios animales exóticos que querían dibujar, mientras Kinemi hablaba con Aizawa sobre la mascota muerta que intentaría evocar en su cuadro. Incluso observó que Yotasuke también había logrado formarse alguna idea sin pensarlo demasiado, pues lo vio salir rápidamente del taller, llevándose todos sus materiales consigo.

Yatora se inclinó más sobre su cuaderno de bocetos, sintiéndose avergonzado de que sus hojas todavía siguieran en blanco, y se esforzó por pensar alguna idea decente. Al principio, pensó que podría copiar su dibujo del cangrejo que pescó con sus amigos —el único dibujo que hizo durante aquel verano—, aunque luego descartó esa idea, recordando las enseñanzas de la instructora Ooba. Copiar cualquier cuadro anterior le quitaba toda novedad al cuadro nuevo; eso había aprendido con su pintura sobre las conexiones representadas en forma de metales, que luego había intentado copiar para una tarea de sus clases particulares, obteniendo un puntaje muy bajo durante la evaluación. Al copiar dicha pintura, no había producido nada novedoso, que valiera la pena detenerse a apreciar, así que descartó la idea de repetir el mismo dibujo del cangrejo. 

Fuera de eso, no se le ocurrió ninguna otra idea mejor. No entendía por qué siempre se le dificultaba pensar nuevos conceptos para sus cuadros, mientras que sus otros compañeros podían crear buenos conceptos sin tener que pensarlo demasiado. ¿Acaso nunca lograría vencer aquel bloqueo creativo? El profesor Tsukinoki lo había arrojado a ese agujero, al preguntarle cuál es el punto de hacer un cuadro, y ahora no lograba salir de allí.

El ángel vigía | Blue Period One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora