El origen del amor es incierto. Algunas veces nace en la mente de héroes, a veces de acontecimientos fortuitos y en ocasiones en formas inesperadas. Allá, a lo lejos, en el Olimpo los dioses se regocijaban entre vino y manjares. Por supuesto que entre los olímpicos hay alguno que otro invitado que los acompañara solo para recordar que tenían aquel privilegio. Los hijos y deidades menores revolotean entre los jardines de tan espléndido lugar. La razón de tan esperada fiesta era la boda de una de las deidades menores: Eros y Psique. El chico rubio de mechones rubios y el dueño de su corazón un chico de cabellos azules. Ambos eran bastante conocidos por el amor que se profesaban y derrochaban a su paso.
La ceremonia ya había terminado y todos estaban más que contentos con el nuevo matrimonio. A excepción de dos personas. Afrodita trataba de disimular que sufría, porque la final de cuentas un humano había logrado lo que no creyó que pasaría, le habían quitado el cariño de su hijo favorito. De alguna forma lo toleraba solo por su hijo. El otro descontento era el hermano de cabellos largos y contraparte de Eros: Anteros.
Anteros estaba aburrido y lejos de sentirse feliz se alejó de la pequeña muchedumbre que rebosaba de alegría y felicidad. Se alejó a los balcones que daban la vista a las tierras mortales. Beber vino y jugar con sus cabellos largos rubios antes de trenzarlos ya era costumbre. Sus alas blancas, en ocasiones metamorfoseaban con alas de mariposa, jugueteaban entre las hojas que caían de los árboles y el arnés de su arco y flecha. El estado contemplativo del chico se vio interrumpido abruptamente por un toque de su hombro
—¿Desde cuándo eres tan aburrido hermanito?
El hermano traía consigo aquella hermosa sonrisa en el rostro infantil y juguetona adornada con esos ojos lilas que solían encantar a todos. Sus cabellos dorados recogidos le daban menos años de los que aparentaba.
—Quería un poco de paz, para variar —Anteros evitó la mirada de su hermano— ¿No deberías estar con tu esposo, Rin?
—¿Sabes que te vendría bien para dejar de ser un poco más aburrido, Ran?, una pareja
Ambos se miraron con un deje de sarcasmo, casi pronunciaron esos nombres en un intento vano de provocación. Ambos se llamaban así, antes de los problemas y las preferencias que los separaron ambos amaban darse nombres secretos, no apodos, nombres que solo ellos se dieran. Eran dioses ante el mundo, ante ellos eran hermanos. Eran hermanos que buscaban molestarse.
—Que tontería, y debo considerarlo porque me lo dices ¿tú?
—Te lo dice el dios del amor
—¿Del amor infantil y no correspondido?
El rubio más pequeño no tardó en fruncir el ceño por enojo. Sabía que su hermano lo consideraba inmaduro. No solo por lo que representaba, sino uno que otro juego y alguna relación en que había intervenido. Estaban enemistados desde lo ocurrido con Meles y Timágoras. Una pareja de humanos que causó discordia en el Olimpo, pero aún así a su parecer siempre lo empujaba a contentar a su hermano
Meles, un chico de cabellos negros y hermosos, no correspondía al amor de Timágoras, un chico de cabellos rubios y cortos. Timágoras flechado por Eros solo buscaba el amor de Meles bajo todo tipo de humillaciones y ruegos. Un día Meles le dijo que si tanto lo amaba que se tirase de un risco. Timágoras enamorado aceptó y se lanzó al vacío. Anteros molesto con lo que había pasado hizo que Meles sintiera culpa y se lanzara detrás de Timágoras. Desde ese día los hermanos dioses que se querían se habían enojado y se negaban a ceder.
Después de todo Anteros, Ran, era el dios del amor correspondido, un amor adulto y maduro. Eros, Rin, que a pesar de ser el amor inmaduro, unilateral y corto era más buscado y amado por los mortales. ¿Quién los entendía? Era irónico como el dios del amor más problemático había conseguido el amor verdadero proveniente de un joven de ojos azules.
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Flechas de amor
Fanfiction#Ranleyweek2022- DÍA 4 El dios del amor no correspondido suele pasar desapercibido, siempre opacado por su hermano el dios del amor irracional. Ambos encontrarán sus diferencias al enamorarse de humanos deslumbrantes. En especial Anteros, el dios de...