Capítulo 1: "Bienvenidos a la ciudad del caoz"

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Día 1: Fuera del Internado

18:48

Temperatura: 20 °C

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-Tiene que salir...- susurró Ale.

Pero más zombis comenzaban a venir. Podían distinguir ciertas figuras saliendo detrás de las llamas.

-Vamos Miki...- susurró Elí.

El ambiente de tensión dentro de la camioneta era tan denso que se podía sentir como agua en el aire. Sus rostros se encontraban tan pegados a las ventanillas que el vapor de sus respiraciones había terminado por empañar el cristal.

Las llamas crecían cada vez más. Y las esperanzas eran cada vez menos.

-•-

Nina frotó sus cienes con las yemas de sus dedos pulgar e índice. Aquellos recuerdos no hacían más que agobiarla. Volteó a ver al chico a su lado y respiró hondo. Desde la punta de los dedos hasta poco más arriba del antebrazo izquierdo se apreciaban las manchas de sangre que habían dejado las quemaduras de fuego y ácido aún a través de las vendas. Tenía un raspón en la mejilla derecha y una pequeña parte de su alborotado cabello había sido alcanzado por las llamas y ahora estaba ligeramente chamuscado. Miki sólo miraba hacia la ventana evitando hacer muecas de dolor.

Llevaban conduciendo por la carretera poco más de media hora, incluso habían pasado por una caseta de pago vacía y aprovecharon para usar los baños públicos; durante todo ese tiempo nadie había dicho una sola palabra, a pesar de que todos tenían mil cosas en mente que decir y tantas preguntas. Pero desde luego que el silencio no sería para siempre.

-No puedo más- negó Carlos rompiendo el silencio, desesperado por conseguir respuestas- ¿quieres explicarnos cómo es que estás viva?

Miró directamente a Nohemi, quien tenía el rostro serio pero en sus ojos se percibía un atisbo de tristeza. Lo único que pasaba por su mente era la muerte de Héctor. Una y otra vez.

-Bueno... es que nunca morí-. Trató de explicar Nohemi, se notaba que era extraño incluso para ella ¿No se suponía que debía morir?
-La penicilina no me mató, sólo... bueno, no puedo decir que me curó, porque prácticamente sigo sintiéndome igual que antes de tomarlas, sólo que menos, y... a este paso yo- rió ligeramente negando con la cabeza- yo debería querer arrancarles la cabeza o algo por el estilo, o tener una fiebre intensa, pero no es así... Aún puedo comer comida normal sin vomitarlo todo-.

-Pero... ¿cuándo despertaste? ¿Por qué no nos buscaste antes? Nohemi... pensamos que habías muerto- dijo Carlos tragándose el nudo que tenía en la garganta. No podía dejar de verla, es como si estuviera viendo al mismo Cristo y tratara de creerse que realmente estaba ahí.

-Yo... no quería asustarlos, no sabía cómo reaccionarían, no sabía cómo reaccionaría yo- negó con la cabeza ocultando parte de su rostro con su cabello- no sabía si actuaría como un zombi desquiciado e intentaría comerlos o algo así, yo...

-Está bien Nohemi... puedes explicarnos más tarde- interrumpió Ale posando con delicadeza su mano en la espalda de Nohemi en un gesto de apoyo.

Nohemi asintió y volvió a recargarse en su asiento. Se sentía muy cansada. Era extraño. A veces sentía subidones de energía como el que había tenido en el internado cuando atacó a aquellos zombis en el estacionamiento, pero la mayoría del tiempo.... se sentía muy cansada.

Supongo que eso se lo debo al efecto secundario de las pastillas.

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Apocalipsis zombi...¡¡Corre!! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora