𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 4 ...

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Ambos chicos decidieron adentrarse de nuevo en el ya de por sí bastante grande de Harrington, éste le hizo un signo a Jonathan para que le acompañase a través de las escaleras que subían a la siguiente planta, evitando hablar con él para no hacer más pesado el ambiente entre ellos, que ya de por sí era incómodo sin siquiera tener que hablar.

Con algo de dificultad por el alcohol ingerido subieron las escaleras, hasta llegar a un pasillo largo y lleno de muchas puertas, digno de una película de terror pensaba Jonathan en ese punto.

— Hay varias habitaciones libres. — Empezó a hablar Steve, sacándolo de sus pensamientos sobre cuántos fantasmas podrían esconderse en aquellas habitaciones. — Yo duermo aquí, y esa es la habitación de mis padres, no la usan mucho pero no te recomiendo entrar, puedes usar cualquiera de las demás. El baño lo reconoceras al entrar, aunque nadie te prohíbe dormir en la bañera. — Dicho eso, el moreno se fue a su ya señalada habitación, dejando a Jonathan sólo, confundido y algo borracho en medio del pasillo.

— Mejor ésto que nada... — Murmuró Jonathan para sí mismo y se dirigió a una de las habitaciones, entrando en ella con cuidado. A la vista era bastante sencilla, una habitación de invitados cualquiera, bien cuidada y ordenada sin nada muy importante a destacar. Se tumbó en la cama, que tenía pinta de jamás haber sido usada, sin siquiera abrir las sabanas, pensando en qué había ocurrido exactamente hace rato.

A un par de puertas de distancia se encontraba Steve, también batallando consigo mismo, no llegaba a comprender qué es lo que le había llevado a estar en esa situación con Jonathan Byers, y mucho menos qué es lo que le había llevado a disfrutarla. Aun podía recordar la intensa mirada avellana, y su respiración agitada que igualaba en ritmo y velocidad a la suya. No sabía por qué toda esa situación lejos de desagradarle, le gustaba, incluso aun se sentía decepcionado de que el menor hubiera roto la intimidad que juntos habían formado, que le aceleraba el corazón y le daba escalofríos en todo el cuerpo como toques de electricidad que iban directos a la entrepier-.

— Dios, ¿En qué estoy pensando? — Hablaba sólo el moreno, mientras pasaba una de sus manos por su famoso cabello. — Necesito despejarme un poco.

Dicho lo dicho, en joven volvió a salir de la habitación en la que se encontraba, molesto por sus propios pensamientos que se sentían fuera de lugar.

Bajó a la cocina, no se molestó en encender las luces aunque realmente estaba bastante oscuro, con la luz que entraba por la puerta de la cocina era suficiente para él. Realmente no buscaba nada en concreto, algo que lo tranquilizara, desde más alcohol a un vaso de agua le podría servir. Se dirigió a abrir la nevera, al hacerlo la fría realidad le golpeó en la cara, al encontrarse esta repleta de cajas de leche y vacia de otros alimentos.

— Podría ser peor. — Se dijo a sí mismo tras unos segundos de asimilarlo.

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Jonathan no podía dormir, el silencio de su habitación era muy ruidoso en aquel momento, no podía soportar que no hubieran vecinos quejándose, o sus hermanos jugando o peleando, incluso sus padres acurrucándose sin respeto en el sofá del salón sería mejor banda sonora.

Daba vueltas y vueltas por la cama y nada, ya había probado ciento y un posturas extrañas intentando dormirse, pero sólo le resultaban incómodas. Tanto movimiento le dió algo de ser, dió una vista rápida a la habitación en busca de algo que pudiera beber, pero no encontró nada. Se alzó de la cama y salió de la habitación en busca de algo que calmara su sed, llegando así a la cocina.

Al llegar, pudo visualizar una sombra negra que se apoyaba sobre la alacena, al principio pensó que se trataba de un ladrón pero le extrañaba que un ladrón entrase a casa de los Harrington para tomarse un vasito de leche.

— Pensaba que eras intolerante. — Saludó Jonathan, apoyándose en el marco de la puerta de la cocina.

— También has traído sin lactosa... — Respondió Steve rápidamente. — ¿Qué haces aquí, no puedes dormir? —

— Podría preguntar lo mismo ¿No crees? — Dijo y sin más encendió la luz de la cocina, cegando al otro chico en el proceso.

— No la enciendas, es mejor así. —

— Oh, está bien — Volvió a apagar ésta y se acercó a donde estaba Steve, apoyando ambas manos en la encimera justo al lado. — Y... ¿Puedo preguntar qué haces bebiendo leche?

— Ya sabes, dicen que es buena para dormir, y con suerte evitara que tenga resaca mañana. — Una pequeña risa incomoda por parte de ambos, y silencio después de eso.

Se miraban de reojo, nerviosos de hacer lo que habían venido a hacer, Jonathan estaba distraído cuando notó una de las manos de Steve, la que no sostenía un vaso de leche, apoyarse en su cintura.

— ¿Stev- — Fue inmediatamente interrumpido.

— Perdóname por lo que voy a hacer, pero estoy confundido y técnicamente es tú culpa y esto nos dejaría en paz porque tú técnicamente nos dejaste a medias y es por tu culpa que tengo las dudas de que habría pasado si no lo hubieras dejado a la mitad y entonces no lo tendría que arreglar. — Habló Steve, realmente rápido y liado, seguramente había aprendido eso de Robin.

Sin darle tiempo a replica o a simplemente analizar el vómito de palabras que había soltado, Harrington se inclinó sobre Byers, más específicamente sobre sus labios, besándole lentamente. Finalmente sus labios se habían encontrado de manera pacífica, y Jonathan no tardó mucho en responder el beso de la misma forma. Estuvieron así un rato hasta que se empezaron impacientar, y el tono del beso cambió de uno de suave a uno más necesitado, Jonathan se movió, quedando en frente de Steve mientras acunaba su rostro con ambas manos y dejaba en libertad al contrario de hacer lo mismo con su cintura.

Sus lenguas chocaban en la boca del contrario, en un intercambio de saliva, jugando con los labios del contrario con pequeños mordiscos de vez en cuando que subían en tono del ambiente. Finalmente se separaron unos centímetros para respirar, mirándose intensamente y con ganas de más. Con una sonrisa juguetona el mayor de los dos se separó de Jonathan esta vez, dejando una suave palmada sobre su cintura antes de irse por la puerta de la cocina.

— Buenas noches, Byers. —

¿𝙌𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙡𝙚𝙘𝙝𝙚? ... Stonathan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora