Capítulo 5

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Atsushi volvía de la farmacia al comprar a sus supresores, y al entrar al departamento, se encontró con un total silencio, se quitó el abrigo y se dirigió a la habitación del azabache, donde se encontró con una de las imágenes más lacivas que había visto nunca.

Akutagawa Ryuonosuke estaba totalmente desnudo en la cama masturbandose con la camisa del albino que se había quitado, sonrojado, gimiendo una y otra vez el nombre del albino, mientras un pequeño hilo de saliva se escurría por su boca.

- A-akutagawa...?

- Ah! Ah! Ah! Mi mi al-alfa

Atsushi se adentro un poco en la habitación cerrándose la puerta tras de él, donde al estar encerrado en esa habitación totalmente inundado del delicioso olor del azabache llamándolo el chico estaba completamente paralizado, y por primera vez se le hacía difícil reprimir sus instintos, convirtiéndose en un verdadero reto, y dando un paso para salir de aquella habitación y llegar a agarrar el picaporte de la puerta donde en vez de abrir y salir, le puso el seguro y dando la vuelta volviendo a ver al azabache se le formó una sonrisa lujuriosa y quitándose lentamente la ropa mientras se posaba arriba del omega y con una voz endemoniadamente sensual le susurró al oído

- Deja que te ayude - haciendo que el pobre omega gimiera y jadeara aún más al sentir el aliento de su alfa y su tacto en su miembro.

Akutagawa no podía con tal placer, era un completo desastre, con una respiración acelerada, ojos llorosos, su cuerpo totalmente sudado y brillante bajo la luz de la luna que daba en aquella habitación.

- Muer- muerdeme - gimió suplicante el azabache.

- ¿Estás seguro? - preguntó el albino deteniendo sus movimientos.

El azabache al escuchar tal pregunta vio al chico que estaba con el sonriéndole con cariño mientras acariciaba sus mejillas respondió

- Nunca en la vida he estado más seguro. Quiero estar contigo por el resto de mi vida, pasear de tu mano tener a alguien en quien confiar y alguien a quien amar tanto como lo amo yo, ¡así que muerdemete inútil! - Si, digamos que los momentos románticos no eran lo suyo, pero por lo menos hacía un esfuerzo. Y fue ahí en ese departamento, en esa habitación donde dieron un nuevo paso a su vida, donde se dieron una oportunidad para vivir, donde el azabache gritó por todo lo alto al sentir los colmillos de aquel que estaría atado hacia él de por vida, sin arrepentimientos, sin dudas, sin intrigas, sin secretos, solo ellos dos en esa habitación, se volvieron uno.

Al día siguiente el azabache despertó aún somnoliento, se giró en la cama que estaba hecha un desastre dándose cuenta que estaba solo, se despertó inmediatamente llegándole los recuerdos de la noche anterior, haciendo que sonreirá como un tonto mientras se tocaba aquel enlace que estaba entre su hombro y cuello, desperezandose, se levantó poniéndose su pijama y dirigirse hacia la sala de su departamento a buscar al causante de tal desastre, dándose cuenta que estaba completamente solo, su cerebro empezó a maquinar haciendo que inseguridades lo abordarán, lo habían abandonado, lo habían usado, lo habían destrozado, llorando amargamente en un rincón de aquella fría sala se quedó, fue cuando estrepitosamente la puerta fue abierta, entrando de esta un albino sudado con la respiración acelerada y unas bolsas de supermercado en una de sus manos  mientras en la otra su media transformación de Tigre, se notaba que había corrido bastante, el azabache al verlo se abalanzó a él mientras el albino lo consolaba.

-¿Que pasó? ¿Por qué lloras? - preguntó suavemente

- Pen-pensé que me habías abandonado  - sollozó el azabache

- Eso nunca, Akutagawa - dijo mientras acunaba el rostro del azabache en sus manos - nunca te abandonaré - dijo limpiándole las lágrimas de sus mejillas.

¡𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐚𝐝𝐨𝐬! - 𝐒𝐡𝐢𝐧 𝐒𝐨𝐮𝐤𝐨𝐤𝐮 [𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora