4. Draco y Harry

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El entusiasmo del auror se vería reflejado cuando seis días después otra carta era enviada a Malfoy Manor con las especificaciones exactas de la cita que tendrían al día siguiente los dos chicos

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El entusiasmo del auror se vería reflejado cuando seis días después otra carta era enviada a Malfoy Manor con las especificaciones exactas de la cita que tendrían al día siguiente los dos chicos. Era por su impaciencia de Gryffindor que Harry había ido por Draco cinco minutos antes de lo acordado, a pesar de que quiso hacerlo una hora antes. Fue por su complejo de héroe en hacerlo bien, que a inicios de noviembre los apareció a ambos en la punta de la torre del reloj de Londres, una muy apreciada atracción turística que Inglaterra le ofrecía al mundo muggle.

—Harry Potter, ¿qué mierda... hacemos en el techo del Big Ben en temporadas de frío? —exigió saber un furioso y tembloroso rubio pálido. A pesar de que en la carta Harry pedía que el rubio llevara un abrigo, Draco no creyó necesario abrigarse de forma tan extrema por lo que eligió un saco grueso, elegante en todo sentido.

El azabache no respondió, tan sólo aplico hechizos de calor sobre ambos antes de ofrecerle el brazo a su acompañante y guiarlo a una puerta que apareció justo cuando el de lentes había tocado el poste. Potter carraspeo un poco antes de hablar, pensaba que tal vez de esa forma no se notaría su nerviosismo. Sabía que todo saldría bien, había tomado sus precauciones para que así fuera.

—Bienvenido al museo Oculus —dijo, lo más claro que pudo.

—Oculus

—Significa ojo en latín —respondió, tragando el nudo que se formaba en su interior debido a los nervios.

—Se lo que significa, Potter —aclaró Draco—, sólo que el nombre me pareció risible y quería pronunciarlo.

El rubio se dejó guiar por el museo, adentrándose en lugares donde no había tantas personas como al principio, pasaban por pasillos repletos de pinturas, esculturas y exhibiciones que le indicaban que Harry no lo había llevado sólo a ver lo que el museo tenía. Siguieron hasta ver un pasillo con enormes ojos incrustados en la pared y acomodados por secciones, al fondo se podían ver más ojos en los últimos pasillos, cada uno tenía un gran letrero arriba, detallando una ubicación.

—Aquí te pueden llevar a una parte mágica natural de cualquier parte de mundo. Cada ojo lleva a un lugar diferente, podemos ir a las fosas de las Marianas, a ver las auroras boreales, las pirámides de Egipto, las catacumbas de París, un templo de China, las playas de México que brillan en la noche o la sala de los espejos en Berlín. Incluso hay un ojo que te lleva al azar a diferentes lugares —explicó Harry con emoción.

—¿Este a donde lleva? —inquirió Draco, señalaba un ojo dorado que tenía varias imitaciones de diamantes alrededor, el iris era completamente negro y lo que era la pupila estaba clara sin llegar a ser completamente blanca, incluso su letrero estaba adornado y el nombre del ojo tenía unas peculiares letras que sacaban burbujas de humo, "Quod pulcherrimum est videre (Lo más bello por ver)" se leía en el letrero.

—Es una lástima, pero tendrás que esperar —se lamentó Potter, con una mirada de tristeza fingida que al momento fue cambiada por una sonrisa socarrona cuando Malfoy se indignó.

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