Decisiones

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 Cuando pasó todo y la tempestad remitió, ambos estaban sobre la enorme cama deshecha. Las piernas de Malfoy enredadas entre las sábanas de seda y las de Hermione en las de él. En realidad, pensó Draco mientras tumbado boca arriba intentaba recuperar el ritmo de su respiración, ella era como una enredadera a su alrededor, adherida a él con brazos y piernas. Aquello era algo que siempre había odiado. Esa necesidad que parecían tener las chicas de besuquearte y acariciarte después de hacerlo, era molesto. Aunque aún era bastante peor cuando esperaban que él devolviera el gesto... Absurdo según su opinión, una pérdida de tiempo porque no volvían a su cama después ¿Para qué darles alas? Era mejor que sutilmente entendieran que aquello era algo físico. Draco Malfoy no perdía el tiempo en tonterías como aquellas.

Ella se removió y besó su cuello, tocándole el pecho con sus dedos en una leve caricia, un pequeño pie ascendió por su gemelo un par de veces antes de atravesarse sobre sus piernas. Pudo sentir el muslo de la castaña encima de los suyos y de forma inconsciente lo rozó con las yemas de sus dedos, dibujando círculos sobre su tersa piel. Ella volvió a besarle y casi sin darse cuenta Draco giró la cabeza para buscar su boca en un beso suave en el que apenas frotaron sus labios, la atrajo hacia sí usando el brazo con el que rodeaba sus hombros y ya que estaba por ahí, acarició distraídamente su espalda.

No, Draco no pensaba caer en esos tópicos del "después" Reconocía que quería a Granger en su cama otra vez, más veces, todos los días quizás, durante mucho mucho tiempo porque algo en lo más profundo de él le decía que no iba a cansarse de ella nunca. Por Salazar eso había sonado horrible hasta en su cabeza, que conmovedor... Puag, estaba volviéndose tan patético como Weasley. Acarició su pelo y ella suspiró. No quería ni pensar en lo que había al otro lado de aquellas puertas, ¡Era un mortífago! ¡En una misión!... Una que había olvidado por completo, vaya inversión que había hecho el Lord Tenebroso con él, resultaba asqueroso pensar que se había convertido en un tierno cachorro cuando hacía unos días tenía en sus manos el poder. Que ridículo, se dijo en un arrebato de sinceridad, poder y una mierda, era el esclavo de un mago oscuro que encima era mestizo y que había vuelto de la muerte casi a trozos y oliendo a viejo. Se encogió mentalmente de hombros, prefería a Granger sin lugar a dudas, si tenía que comportarse como un cautivo servil, ella al menos tenía buenas curvas. Sonrió ante su ocurrencia y volvió a besarla mientras seguía acariciando su muslo y su cadera.

— ¿Draco? — Susurró ella sobre su piel aún con su rostro hundido en su cuello.

— ¿Hermione?

Ella sintió la sonrisa en su voz y no pudo evitar sonreír en respuesta. Aquello era surrealista. Si alguien le hubiera dicho aquella mañana que al caer la noche estaría en una cama en la Sala de los Menesteres con Draco Malfoy, tras pasar las horas más increíbles de su vida, le hubiera dado un buen repaso acerca de todos los motivos por los que aquello era imposible y después se hubiera reído a mandíbula batiente con Harry y Ron sobre la horrible ocurrencia. Sin embargo ahí estaba, abrazada al Slytherin y sin ánimo alguno de soltarle. Seguía siendo un déspota y un idiota si, aquello no parecía que fuera a cambiar al menos en un futuro próximo, pero ella había descubierto algo más, algo que no podría explicar con palabras, solo estaba ahí. El deseo físico y la necesidad habían ido cambiando poco a poco y la última vez que lo habían hecho fue revelador. Habían entrelazado sus manos mientras se besaban, unidos y satisfechos, solo llevados por el suave movimiento de sus caderas. Se habían mirado a los ojos en todo momento, dejando sus almas al descubierto, los gemidos y los gritos ya solo fueron susurros y suspiros mientras el clímax los encontró de forma suave, se estremecieron juntos, deleitándose con los temblores del otro, bebiendo sus sonidos, calmándose mutuamente. No habían hablado desde entonces, pero no hacía falta. ¿Qué podían decir? Daba miedo solo pensar en todo lo que había pasado en menos de veinticuatro horas. Hermione era sincera consigo misma y consecuente con sus actos. Empezó aquello creyendo que estaba enamorada de Ron, esperando vivir aquella aventura con su amigo pelirrojo pero había necesitado que esto pasara para ver que tan equivocada había estado.

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