Efectos secundarios

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¡Por Salazar! — Draco corría sin soltar la mano de Hermione, tratando de alejarse de aquel infierno en que se había convertido el Gran Comedor — ¿Qué te parecería la idea de huir conmigo Granger? — gritó por encima de su hombro — A las chicas esas cosas os parecen románticas ¿No?

La risa de ella llegó a sus oídos y paró cerca de un saliente extraño, al lado de unas escaleras, en las mazmorras.

— Se acabaron los rumores — Dijo recuperando el aliento — Oh Draco me van a matar.

El rubio no pudo evitar reír perverso.

— ¿Viste la cara de Weasley? — se llevó la mano a la cara mientras seguía carcajeandose — Merlín, creo que nunca podré olvidarlo, no creí que nadie pudiera ponerse tan rojo.

— ¡Draco! — ella le riñó pero el Slytherin estaba demasiado feliz disfrutando del momento — No te metas con Ron. — aunque se le escapó una sonrisa porque oírle, tras todo lo que había pasado bien valía la pena y además ¡ella también había visto la cara de Ronald! Dejar sin palabras a todo el colegio había sido una experiencia única. La sabelotodo Granger con el príncipe de Slytherin. Sin duda era una bomba.

— ¡ No te rías Malfoy! — le dio un golpe en el brazo con el ceño fruncido aunque sus ojos brillaban divertidos — Tampoco te va a ir a ti mejor en tu Casa — Dijo algo más decaída.

— ¿Un príncipe sin corona? — Pese a que lo dijo con voz algo pesarosa no había rastro de tristeza o arrepentimiento en ella — ¿Serás mi princesa entonces, Granger?

Ella le miró incrédula

— ¿Princesa de las serpientes?

Draco rompió a reír

— ¿Estás loca? te comerían cruda.

Hermione entrecerró los ojos y apretó los puños más que dispuesta a golpearlo.

— A mi los leones me intentarían descuartizar — el chico se encogió de hombros ignorando el genio de la castaña al que empezaba a acostumbrarse – así que ya que soy un príncipe destronado puedes ser mi princesa y huiremos juntos Hufflepuff para crear un nuevo reino.

Ella intentó seguir molesta pero no pudo ante las chorradas del rubio.

— Ni allí nos aceptarían — rió imaginándose a ambos en ña casa de los tejones acogiéndose a sagrado — Mucho me temo que ahora mismo no somos personas demasiado gratas por ninguna de las Casas.

Draco hizo un gesto con la mano restándole importancia y con aquella media sonrisa que hacía cosquillear la tripa de Hermione, agarró su cintura y la atrajo hacía sí. Ella se apoyó en sus hombros y se alzó de puntillas cuando el tiró hacia arriba para acercarla a su rostro.

— Ni para las casas, ni para la gente de Potter, ni para la gente de mi padre, ni mi familia...

— ¿Solos contra el mundo? — susurró la chica introduciendo los dedos entre los suaves mechones rubios del Slytherin y acercándole sus labios, invitadora.

— Demasiado trágicos ¿No os parece?

Blaise salió de detrás de la armadura antes de que aquellos dos terminaran su teatral puesta en escena y rodó los ojos aplaudiendo irónico.

— Bravo bravo bravísimo — Se estremeció teatralmente — ligeramente dramáticos si queréis mi opinión.

Ahora fue Draco quien rodó los ojos.

— ¿Qué quieres Blaise?

— ¿Bromeas? — señaló hacia su espalda con el pulgar — ¿Después de la que habéis montado allí? ¡una primicia por supuesto! — sonrió ampliamente ante la cara indignada de la Gryffindor. Se encogió de hombros y suspiró con melodrama — pero supongo que podré esperar a pillarte en la Sala Común, Draco — subió y bajó las cejas feliz consigo mismo — Sabes demasiado bien que no todo Slytherin te dará la espalda — Su voz se hizo extrañamente seria de pronto — la gran mayoría sí... porque supongo que todo ha cambiado ¿No? — no hacía falta más para entender a que se refería Zabinni

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