ALLISON

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El bullicio y los ruidos de algunos golpes hicieron despertar a una Allison súper agotada por llegar tarde la noche anterior.

Las sillas del comedor y algunas tazas de la cocina fueron tiradas aturdiendo   enseguida.

—¡Déjame! Por favor.  —La voz implorando desde la cocina resonaba.

En su desespero, Allison sabía que su madre estaba nuevamente en peligro y no demoró en salir hacia donde estaba.

—¡Tú, no sirves para nada! —agredio el padre verbalmente.

—¡Por favor! —Entre lágrimas aclama. La madre de Allison solo se apoyaba de una silla cerca mientras el padre la tenía por el cuello.

—¡Padre! Suelta por favor. —Intenta calmar Allison con palabras. La ira y el descontrol en cada respiro hacia temer a Allison lo peor de su padre.

Un padre borracho que no se detenía al agredir a una madre que solo vivía para atender a su marido. Y una madre que no se atrevía denunciar a  su marido por el temor de ser agredida.

Los golpes ya eran evidente a simple vista. Los morados en el rostro de la madre hacían que se perdiera lo hermosa que era físicamente.

En su juventud la madre se parecía físicamente a Allison. Aquellos ojos marrones que antes veian con lucidez ahora solo muestran cansancio y sufrimiento.

—¡Deja a mi madre te lo pido! —Allison toma un cuchillo y exigió amenazante.

—¿Que? —reta el padre —¿me quieres apuñalar? —El olor alcohol era mareante—Ven y hazlo. Tú y tu madre son igualitas. Las dos no sirven para nada! —Resalto.

El enojo de Allison se multiplicaba más cada vez que el padre hablaba, pero al no tener la misma fuerza del padre y de no querer agredirlo, Allison se limitó a solo cansarlo con palabras.

Después de unos segundos de forcejeos el padre se cansó y solo soltó a la madre que ya ni luchar podía. Tomo la botella y dio un pequeño sorbo que lo hizo rechinar de mareo. Se fue agachando hasta que se quedó dormido justo a unos pasos de donde estaba la madre dolida.

Entonces Allison con un poco de fuerza intento levantar a su madre y colocarla en una silla. Curo sus heridas  y recogió todo el desorden.

La puerta sonó y de inmediato Allison atendió al llamando de una señora que había escuchado los ruidos y que se había preocupado por lo que pasaba.

—Todo está bien, solo fueron unas cosas que se me cayeron —mintio apresurada Allison.

—¿Segura? —insitio la señora.  —Es que ayer...

—Si, segura. Gracias por estar pendiente. —cerro la puerta en su cara y Allison no aguanto las ganas de llorar.

Sabía que el concepto de familia no habitaba en esa casa. Que la mayoría de los vecinos sabían cómo era su padre de borracho, pero aun así no se atrevía a denunciar lo que pasaba. No sabía cómo podía reaccionar su padre.

Desde chica Allison tenía ese concepto de que su padre era el líder de la casa. Todo lo que él decía se tenía que hacer, desde que empieza la mañana tenía que estar el desayuno listo y como a él le gustaba; porque sabía que su padre podía sacar su peor versión y podían pasar cosas malas.

Las mayorías de las veces su padre estaba borracho. Desde que amanecía se podía ver con una botella en la mano, ese era su café de buenos días.

Pero apesar de todo Allison también recordaba con amor los momentos bonitos con él. No aceptaba que su padre fuese un moustro y eso le dolía a ver qué la persona a quien amaba simplemente se había convertido en algo extraño.

La Historia de Nemo. ©️ |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora