III. SIEMPRE

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El día te entregó su alborada,

vibrante por los cánticos 

 febriles, de las variadas aves.

La noche te entregó su mar,

iluminado por el brillo 

de una luna que no resplandece sola,

pero resiste el fulgor

 y lo embiste de lleno 

contra la superficie 

de aquellas cosas

inundadas por la oscuridad.


Yo te entregué mi corazón 

etéreo, emocionado y atrevido,

para que nunca te olvides

de lo que el amor significa.

El amor del bueno, el original.

Ese que permanece estoicamente

dispuesto a dejarnos reposar en su paz,

a encendernos y arder con intensidad.

Aquel amor que busca lo mejor para vos.

Siempre.

Cueste lo que cueste.


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