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La Panadería

–Ya te he dicho que es horrible
  
–No es tan malo Nicolás
  
–¿Cómo te explico, que es un asco?

–Estas exagerando un poco las cosas ¿no crees?

Desvíe la mirada hacia otro lado, irritado, sabiendo que seguir con aquella conversación no me llevaría a ningún lado, porque cuando Nick se plantea algo en su cabeza no hay persona sobre esta tierra que pueda hacerla cambiar de opinión.

Y así, es como mi hermana y yo, nos encontrámos caminando por las calles, con rumbo a comprar pan. A la peor panadería de la ciudad.

–¿Ahora no me piensas responder?

–No vale la pena mal gastar mis palabras contigo

–Por favor, Nico no seas dramático– dice cruzándose de brazos

–¿Dramático?– me giró rápidamente para poder mirarla –¿Es enserio?– digo denotando lo indignado que estoy por su afirmación

–Sí. No es tan malo como dices– expresa en un tono tajante –Tiene… tiene su encanto

–Tini si inquiti– la imito –De verdad, no entiendo a donde se fue tu sentido del gusto– le digo con un aire recriminatorio –Es insípido, duro, seco, parece un pedazo de carbón de lo quemado que está; ¿Quieres que te siga diciendo?

–Eres una molestia ¿Lo sabias?

–Y tú, una testaruda de primera

Seguimos hablando de cosas sin importancia, hasta llegar a la dichosa panadería; Nick entra con una gran sonrisa, reflejando una alegría extendida por todo su rostro, mientras que yo me quedo afuera con mi amargura sentado en una de las pequeñas mesas que ofrece el lugar.
  
Estoy perdido entre mis pensamientos, admirando las aceleradas y muy concurridas calles de la ciudad; conservaban su belleza atrapada entre toda aquella  actividad. Las personas que vuelven del trabajo con rumbo a su hogar, los autos de aquí para allá, parejas que pasan tomadas de la mano mientras ríen  y se profesan su amor mutuamente, amigos que van camino al cine o a un lugar para divertirse, o simplemente personas frustradas y muy insatisfechas con la vida, sin amigos y con un aire de… “no me hables o te parto la cara” –debo admitir que son mis favoritas– todo aquél encanto mezclado entre aquel bullicio y desorden, era bastante cautivador.

–Listo ¿Nos vamos?– me pregunta mi hermana saliendo de la panadería

–¿Compraste roles de canela?– me apresuró a decirle, con una expresión  muy seria

–Sí– una sonrisa muy dulce se dibuja en su rostro –y también las galletas de miel que tanto te gustan– en cuanto pronunció galletas de miel, no puedo evitar sonreír felizmente

–En ese caso. Vamos a casa

Le ayudo con las bolsas que tiene en las manos. Llegamos a un cruce y esperámos a que el semáforo cambie para poder cruzar. Desde aquí puedo divisar al otro lado de la calle,a una chica que nos observa con un aspecto un poco sombrío, cruzamos miradas y nos quedamos así durante unos segundos, luego pasa un auto cortando el contacto visual y ella desaparece. Dejo una sensación muy extraña en mi, como si me quisiera decir algo con la mirada.
 
El semáforo cambia indicándonos que ya podemos cruzar, decido no darle  mucha importancia a la chica o a lo que creo haber sentido. De pronto veo una moneda tirada en el suelo y me agacho para recogerla, cuando me endereso, Nick ya estaba cruzando la calle.

Nadie podría imaginarse lo que paso unos momentos después, quien podría haberlo anticipado; todo ocurre en cámara lenta para mí, dejándome sin aliento y con un  nudo en la garganta…

–NICK!!!!!!!!!.....

–Ah?– se gira hacia mí.

Y mi mundo se cayó…

DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora