IV

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IV
La Enfermera

Habitación 026...

La habitación de Nick.

Me había levantado precipitadamente de la silla cuando el Dr. Rogers termino esa frase, me guío inmediatamente a la habitación donde habían ubicado a Nick, a está habitación.
  
Ahora estoy sentado en un pequeño sillón –cabe destacar que en este, si se puede dormir– de color café ubicado a un costado de la camilla donde se encuentra mi hermana. Recostada en la cama, conserva una expresión tranquila que es opacada por el tubo que tiene introducido en la boca para ayudarla a respirar, tiene un aspecto bastante lamentable: el pómulo amoratado, una herida cerrada con puntos que atraviesa su frente desde la sien hasta la ceja, una pequeña cortada en los labios que también están muy pálidos, todo su rostro esta pálido, todo su color vivo y natural lo abandonó dejando un rastro triste en su ser.

Tiene agujas introducidas en sus brazos que le subministran sueros y cosas de esas en el cuerpo junto con algunos cables que se conectan a diferentes aparatos que no dejan de pitar –un muy molesto sonido a mi parecer– sujeto su mano con fuerza, temiendo que desaparesca en el momento que la suelte. Hace una media hora más o menos apretó mi mano, me volví loco de la emoción; tanto así, que salí precipitadamente al pasillo y llame al Dr. Robers para contarle la maravillosa noticia con la ilusión de que estaba mejorando, pero cuando llego y entro a la habitación toda mi alegría se esfumo, me explico que el hecho de que apretara mi mano no significaba más que una simple acción automática e involuntaria de su cuerpo, me dijo que era normal pero no significaba que estuviera despertando. Y volví al punto de inicio.

La verdad me gusta mucho la franqueza del Dr. Robers es una de esas personas que te dicen la verdad aunque duela, supongo que tiene algo que ver con el hecho de que es médico, pero sé que él sabe que cuando las cosas son malas son malas y ya, que no importa la suavidad o delicadeza con la que diga las cosas igual dolerán. Creo que el hecho de que sea directo me reconforta un poco de que sin importar mi situación no siente lastima por mí o por lo menos no demuestra que la tiene. Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos…

–¿Puedo pasar?– dice una voz femenina al otro lado de la puerta

–Sí, pase– se abre la puerta dándole paso a una mujer, es pelinegra un poco más baja que yo, delgada y con unas curvas algo definidas debido al uniforme de enfermera –supongo, que viene a ver que todos esos aparatos estén funcionando bien ¿no?– le digo mientras se acerca a la camilla

–¿Cómo lo sabe?– lo dice girándose hacia mí, lo que me permite una mejor vista de su rostro y logro reconocerla, es la enfermera que dice que el Dr. Robers...

...Tiene las manos más suaves y experimentadas de todo el hospital

–Cada hora y media viene alguien a revisar– digo con un aire de obviedad –sería absurdo que no lo supiera– pongo los ojos en blanco

–Es cierto– rumora un tanto avergonzada –disculpé mi ignorancia– tenía las mejillas un poco ruborizadas

–No se preocupé– digo frotandome la sien.

Luego de eso hace su trabajo en total silencio, revisa que las maquinas estén trabajando bien, que las agujas estén bien puestas, hace algunas anotaciones en una hoja sobre el pulso cardiaco de Nick, el estado de sus heridas, su temperatura; todo lo que debe revisarse. Cuando termina, hace un comentario bastante fuera de lugar para mí algo que nunca debió decir, algo que por el estado eufórico en el que me encuentro no va a ser bien recibido.

–¿Cuánto tiempo llevan?– pregunta con una sonrisa inocente

–¿Disculpe?– levantó rápidamente la mirada para poder verla a los ojos

DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora