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El día había empezado bien, se había levantado temprano, había rendido su exámen sorpresa decentemente y había pasado sus clases tranquilas hasta que su novio llegó con una sonrisa cubriendo toda su cara.

Lo había recibido con un sonoro beso en los labios gorditos y luego se había dejado jalar hasta una pequeña cafetería cerca de su facultad. Jimin, como siempre, hacía alarde de su naturaleza dando cortos pero rápidos pasitos, parloteando acerca de todo y nada, y luciendo bonito, muy bonito.

Jimin era, muy probablemente, aquello que muchos llamarían un sol humano, una bola de sol, contrastando siempre con él.

Yoongi lo adoraba, llevaban menos de 3 meses siendo novios oficialmente (y con oficialmente, me refiero a Yoongi siendo consciente de que Jimin era su novio. Si a Yoongi le dijeran que Jimin lo había considerado su novio desde la primera vez que lo vio, no se sorprendería en absoluto), y se sentía cada día más acaramelado por el constante romance en el que sus días se habían envuelto. Incluso comenzaba a acostumbrarse a lo empalagoso que su novio era.

Esa no era su primera relación, pero fuera de que su orgullo pudiera salir lastimado, nunca se había interesado lo suficiente en sus parejas, con Jimin todo era diferente, nuevo, excitante.

Porque sabía que Jimin lo quería, pero Yoongi quería que lo quisiera aún más, quería apoderarse de todo él, que lo mirara siempre, y le hablará siempre, y que su corazón estuviera en dirección al suyo por el resto de su vida.

Quería ser dueño de sus suspiros, de sus sonrojos, de sus risas y sonrisas, de sus miradas tiernas o coquetas, y de sus agarrones de manos, pero sobretodo, quería que todo el mundo lo supiera. Que supieran que él, Min Yoongi, un simple gato bombay, tenía a la persona más maravillosa de todas.

Que era él el dueño de sus besos y sus miradas, y por supuesto, el dueño de su corazón.

Culpen a su naturaleza, juzguenlo de arrogante, egoísta y vanidoso, pero al final del día, Park Jimin era su novio, solo de él.

—Hyung, ¿otra vez está pensando maldades?

Yoongi borró la sonrisa de su cara y parpadeó desorientado. —¿Qué? ¿De qué hablas?

Jimin negó ligeramente divertido, deslizó su mano sobre la mesa hasta tomar la contraria y jugueteó distraídamente con los dedos largos de su novio.

—Hyung, hay algo que quiero pedirle.

—¿Qué cosa? —preguntó el mayor, robándole un pedazo de su rebanada de pastel.

—Bueno, en unos días será el festival de apareamiento de mi colonia.

No se preocupen, también es la primera vez que Yoongi escucha sobre algo así, y tampoco tiene una puta idea de lo que Jimin está hablando.

El pingüino contuvo el soplido de una risa ante la mirada desconfiada de su novio. —No se preocupe, hyung, probablemente no es nada de lo que podría estar pensando. —se enderezó en su asiento y sonrió tímidamente. —Verá, nosotros los pingüinos tenemos una tradición a mediados de septiembre, es un festival muy grande donde se reúnen todos los pingüinos de la colonia que estamos en edad de encontrar pareja. —explicó suavemente, sin atreverse a mirar el rostro de su novio.

—Pero tú ya tienes pareja. —Yoongi arqueó una ceja, tragándose un “una pareja que soy yo” que le raspó la garganta. Jimin rió nervioso.

—Ah, hyung, no me malentienda, muchos pingüinos entregamos la piedra antes del festival para que no sea tan apresurada la temporada de calor, ¡no estoy diciendo que debamos pasar esta temporada juntos! —aclaró con los colores comenzando a subir por sus mejillas. —La cosa es que, para no perder la tradición, volvemos a entregar la piedra durante el festival. —lo miró entre pestañas. —Soy el hijo mayor de mi familia, así que a mis padres les da la ilusión de verme entregando la piedra.

—Oh.

Al ver que, efectivamente, su novio era idiota, Jimin se tuvo que tragar su vergüenza, como siempre. —¿Cree que podría ir conmigo al festival, hyung?

Yoongi alzó las cejas. —Oh. —luego reaccionó y abrió los ojos sorprendido. —¡Oh! —sus mejillas se calentaron suavemente. —Pero yo no soy un pingüino, ¿está bien que vaya?

—¡Sí! Algunos escogen a otras especies de pareja, así que no será el único diferente.

—Oh, entonces está bien. —Yoongi regresó su atención al postre de su novio, pensando en que debía de pedir lo mismo la próxima vez que fueran a esa cafetería. Y luego sus mejillas enrojecieron hasta el punto en que se sintió sudar. Levantó la vista lentamente, y se encontró con la mirada esquiva de su novio. —Pero, ¿eso no significaría conocer a tus padres?

Jimin lo miró un segundo y luego volvió a evitar su mirada, se encogió de hombros y asintió lentamente.

Oh.

Mierda.

¡Oh, mierda!

Y de mi || YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora