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¿Yoongi estaba nervioso? No, claro que no.

¡Yoongi ya estaba arriba, en el cielo! ¡Muerto por un puto ataque al corazón!

Él era como esos perritos chihuahuas, ¿quien no sabía que a ellos no había que asustarlos así? ¡Jimin era un tonto!

—¿Por qué te pones así? Solo es tomar la piedra de nuevo, ¿no?

Su hermano lo miraba desde su cama donde estaba desparramado. Yoongi llevaba alrededor de 10 minutos desordenando su armario en busca de ropa, ropa que no usaría hasta dentro de una semana.

—No, imbécil, no es sólo tomar la piedra de nuevo. —siseó el menor, separando sus camisas entre “tal vez” y “jodidamente no”. —Sus padres estarán ahí.

El hermano de Yoongi hizo un círculo con sus labios. —Ohhh.

—Sí, ohhh. —lo imitó ridículamente, frustrado, enojado, nervioso y al borde del llanto.

—Bueno, pero somos gatos, seguramente ellos entenderán si no los saludas esta vez. —consoló el mayor. Para su especie, conocer a los padres de su pareja era lo mismo a comprometerse, no solían hacerlo hasta después de años de relación.

—¡No voy a simplemente ignorarlos! ¡Creerán que no voy en serio con Jimin! No quiero ni saber lo que deben de pensar acerca de que su hijo salga con un gato.

—Bueno, no es tu culpa que tengamos fama de promiscuos y ninfómanas.

Que Yoongi fuera a conocer a los padres de Jimin era un paso demasiado importante para él, por supuesto, Jimin lo sabía, y había estado preparado para ser rechazado, pero ¿cómo sería capaz de hacer eso?

—Creo que me voy a desmayar.

Su hermano rodó los ojos. —Ah, pero el niño quería comerse el pescado.

Yoongi se puso rojo y le lanzó la camisa que llevaba en las manos directo a la cara. —¡Yo no me quería comer nada, además, Jimin no es un pescado!

—El ave entonces. —corrigió el mayor, conteniendo las risas que querían salir de él.

—Jodete, hyung, le diré a mamá.

...

Decirle a su madre que conocería a los padres de su novio fue un fracaso.

—Eres muy joven, Yoonie. No te vas a casar.

—No lo mires así mamá. —se quejó Yoongi, sentado en el comedor y mirando a su madre fumar un cigarrillo. —Míralo como que me voy a comprometer, pero la boda se celebrará hasta dentro de tres años, ¿qué tal?

—No debí sacarte antes de los nueve meses.

Desde el piso de arriba se escuchó un “te lo dije” que ambos decidieron ignorar. Yoongi frotó su rostro frustrado. —Mamá esto es importante.

—Por supuesto que lo es. —la mujer dio una calzada y dejó ir el humo en dirección contraria a donde estaba su hijo. —Estamos hablando de pingüinos, para ellos ¿qué no es importante? Sin embargo, tú no eres un pingüino, eres un gato. —lo señaló con el cigarro. —Eres libre, independiente, inteligente y astuto. No te atarás a un ser codependiente.

—Jimin no es así. —defendió Yoongi. —Él ha respetado nuestras costumbres, ¿qué tiene de malo respetar las suyas?

—¿Nuestras costumbres? ¿Qué costumbres puede haber respetado? Desde el primer momento te impuso las suyas dándote esa piedra.

Yoongi se sintió erizarse de golpe. —Tienes razón, ¿qué costumbres puede haber respetado? La única costumbre que tenemos es la de acostarnos con el nuevo imbécil que nos dé más dinero cada año. —gruñó enojado. Su madre lo miró indiferente. —¿Sabes qué es lo que me da miedo de conocer a sus padres? Que así como tú, tengan estereotipos sobre nosotros, y piensen que no soy bueno para su hijo.

Se levantó de la silla y se fue a su habitación, su madre dio otra calada al cigarro antes de escuchar el grito de Yoongi “¡Y sí voy a ir!” junto al portazo del cuarto.

Y de mi || YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora