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Jimin revisó por quinta vez su teléfono. Yoongi seguía sin responder a su mensaje donde le decía que estaría en su hogar pronto.

No quería alterarse, pero sin duda comenzaba a preocuparse.

—Te veremos allá entonces. —su madre subió la última maleta en el auto y sonrió. —Recuerdale a mi yerno que lleve una sudadera para las noches.

Jimin sonrió y asintió. —Les llamaré cuando vayamos en camino.

—Bien. Te amo, polluelo. —la mujer tomó las mejillas del chico y dejó un beso en su frente.

—Y no se te olvidé recuperar la piedra y lavarla. —recordó su padre, abriendo la puerta del copiloto para apresurar a su esposa a entrar. —¿Seguro que recuerdas cómo llegar?

—Más o menos, de todas formas la caravana sale como en cuarenta minutos, si me apresuro los podré alcanzar.

—Bien. —su padre frotó con su rostro desde el pecho hasta su frente y Jimin lo imitó. —Mucho cuidado, polluelo.

—Sí, papá, ustedes también.

Jimin despidió con la mano al auto que se marchó con sus padres. Él mismo no tardó en subir al auto que su primo le había prestado, el cuál ya tenía bastantes maletas encima desde la tarde anterior, llevaban también casas de campaña en caso de que hubiera algún problema con el hotel.

Todos los años que les tocaba ir se organizaban de la misma manera. A unos les tocaba llevar las cosas para la fogata y comida, a otros les tocaba las maletas y casas de campaña, y a los últimos las sillas y trastes.

Esta vez irían tres de su familia aparte de él mismo para participar en el Festival, por lo que habían tenido que limitar la cantidad de integrantes de apoyo que irían, su hermano menor decidió colarse en el auto de un amigo de la colonia para poder asistir.

Jimin echó un último vistazo a su teléfono. Aún no había señal de su novio, por lo que supuso que estaría preparándose todavía.

...

—¡No está! —lloró Yoongi, lanzando por quinta vez los cojines del sofá para volver a revisar en él.

Llevaban cerca de media hora buscando la piedra por toda la casa. Pero por más que habían preguntado, su prima no parecía recordar donde había quedado el tesoro que había encontrado.

Su hermano buscaba en las habitaciones, su madre en el baño y la cocina, y su tía y él se encargaron del patio y el recibidor.

La casa entera era un desorden, y Yoongi había estado buscando entre lágrimas la mayor parte del tiempo. Entre destrozado, avergonzado y furioso.

Su tía se había disculpado decenas de veces, pero no había forma de que eso pudiera regresarle su piedra.

Y Yoongi solo podía caer en desesperación, Jimin lo odiaría.

Jimin estaría tan lastimado y herido por su culpa.

Porque no podía ni siquiera cuidar de una piedra. ¿Cómo podría cuidar de él? ¿Cómo alguien tan inútil y descuidado podría ser merecedor de Jimin?

Yoongi no podía dejar de sollozar y recriminarse.

—¡Es mi culpa! ¡Debí cuidarla! ¡Debí tenerla conmigo!

Y ahora ni siquiera estaba seguro de recordar cómo era. Tan pronto la había perdido de vista, comenzaba a desaparecer incluso de su memoria.

¿Cómo iba a perdonarle eso Jimin?

—Relájate, cachorro. —su madre lo tomó por los hombros. —Lavate la cara y siéntate un momento, vamos a encontrarla, pero necesitas respirar primero.

Y de mi || YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora