44. Cuarta marca

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El silencio en la casa era abrumador para el corazón de Irina al estar lleno de preocupación y miedo por Issei y Kuroka.

Hace varios minutos había visto a Koneko subir hacia su habitación, y era extraño que todavía no haya bajado luego de casi veinte minutos. Eso le hizo querer saber si algo también le había pasado a ella.

Al llegar a su cuarto golpeó la puerta un par de veces mientras la nombraba en voz alta, solo para no recibir ninguna respuesta.

Los demás habían salido, quedando solo ella y Koneko en la casa, así que no podía pedirle ayuda a alguien.

Irina: Dios perdón, pero ingresaré a la habitación de otra persona sin permiso - dicho eso se teletransportó dentro del cuarto.

Las preocupaciones que la abrumaban se desvanecieron siendo reemplazadas por vergüenza y un sonrojo extremo.

Irina: ¡¡Eh!! ¡¿Qué... qué está...?!

Kuroka: ¡Oh, Irina, no te quedes ahí ven!

Irina: ¡L-lo siento, no quería interrumpirlos!

Sin embargo, justo antes de poder teletransportarse fuera del cuarto, dos manos sostuvieron las de ellas. Al ver el estado en que Koneko y Kuroka se encontraban y como la detuvieron con unas sonrisas extrañas le pusieron los pelos de punta a Irina.

Con algo de fuerza la atrajeron tirándola a la cama.

Kuroka: Esto será divertido de ver - comentaba bastante divertida viendo a Irina como un pequeño corderito.

Koneko: Kuroka-onee-sama tiene un poco en su mano.

Kuroka: ¡Oh! No lo había visto - dijo alegra antes de lamer una mancha blanca caliente.

Irina: ¡Espera Issei-kun! ¡Todavía no estoy lista mentalmente!

Koneko: Issei-senpai cuando empieza no hay forma de detenerse - decía soltando un suspiro.

Kuroka: Tienes toda la razón-nya - concordaba fijando su vista en como su amado trabaja con el cuerpo de Irina a toda potencia - ¿Nos unimos a ellos? - preguntaba abrazando a Koneko.

Koneko: Kuroka-onee-sama me está asfixiando - le decía al estar enterrada entre sus pechos.

Irina: ¡¡Kyah!!

Al oír a la castaña gemir desenfrenadamente activó la lujuria de Kuroka haciendo que se relama los labios. Atrayendo a Koneko con ella, se unieron a la sesión intensiva que duró horas y que dejó muy satisfecha a una castaña.

En la mañana del día siguiente, Issei se despierta sintiéndose rejuvenecido y fresco como nunca antes. Revisa a su alrededor encontrándose a Kuroka abrazando a Koneko a su derecha, mientras que, del otro lado, Irina descansaba profundamente sosteniéndole su mano izquierda.

Esbozó una sonrisa al notar la pequeña sonrisa que plasmaba su rostro. En eso, recuerda las hermosas alas blancas de Irina salir la noche anterior, las cuales jamás trataron de volverse negras.

Con mucho cuidado salió de la cama sin despertar a alguna de las tres, no sin antes dejarles un beso en la mejilla.

Creyó que aquel detalle sería solo con los besos, pero tal parece que también funcionaba con el sexo, lo cual lo hacía demasiado curioso.

Al bajar a desayunar encuentra a todos en la mesa, siendo que en cuanto hizo su presencia, todos se le quedaron viendo sorprendidos

Rossweisse: ¿Cuándo volviste? - pregunta recordando la vista del castaño desapareciendo junto a la pelinegra.

Amor YoukaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora