Dritter Star Nº1 - Destello Tenue

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Hace 8 años, en la ciudad de Sion, Suiza, las primeras luces de la mañana empiezan a iluminar el precioso y relajante lugar llegando hasta una humilde casa donde, en la parte exterior de la misma, se encontraban dos hombres guardando varias maletas dentro de un coche

— ¿De verdad os tenéis que ir? — preguntó el más robusto de los dos —. Ni siquiera he podido enseñarte el nuevo horno.

— Si no nos vamos ya, llegaremos tarde — explicó un hombre con un tono calmado.

— Te voy a echar de menos, Gûstav — reconoció el primero que había hablado —. A ti, a Kate y a la pequeña Sandra.

— Y yo a ti, mi buen amigo Walter — confesó Gûstav plasmando una ligera sonrisa en su rostro —. También a Emilia y a Samuel.

— Bueno, hablando de los niños, será mejor que los despertemos ya — sugirió Walter girándose hacia la casa.

— Coincido, buen amigo — acepto el tranquilo adulto siguiendo a su amigo.

Así pues, los hombres se dirigieron hacia la habitación de Samuel, en la cual se encontraban los dos niños aun durmiendo. A los cuales despertaron con ternura y los bajaron para desayunar. Tras acabar, ambos salieron de la casa y se dispusieron a pasar por uno de los momentos más duros de sus vidas, el momento de despedirse el uno del otro.

— Samuel — habló la pequeña Sandra con un tono apagado —. Te voy a echar mucho de menos.

— Yo también Sandra — añadió el pequeño Samuel de la misma manera —. Eres la mejor amiga que alguien podría tener.

— No, eso lo eres tú — debatió la niña algo molesta.

— Oye Samuel, ¿no tenías que darle algo a Sandra? — mencionó el padre del chico.

— ¡Ostras, es verdad! — exclamó el niño mientras sacaba de su mochila una cajita.

— ¿Qué es eso? — cuestionó Sandra tratando de ver que iba a salir de ahí.

— Un regalo — contestó Samuel sacando una especie de cofre —. Algo para que no me olvides nunca.

Tras decir esto, este último procedió a abrir aquel objeto, mostrando una pequeña estrella de porcelana de tonos amarillentos claros y decorada con mucho cuidado, además de tener escrita en el centro "Tercera Estrella a la Derechas".

— Samuel, es preciosa — alagó la chica tomando la estrella en sus manos —. ¿La has hecho tu?

— Si, y eso no es todo, he hecho una para cada uno — respondió el chico mientras mostraba otra decoración de porcelana parecida a la de Sandra.

— Samuel.... — dijo la pequeña bastante emocionada por el regalo.

— Sandra, cada vez que me nos echemos de menos mutuamente, cojamos nuestras estrellas y miremos al cielo nocturno, miremos a nuestra estrella — explicó el chico juntando las dos estrellas —. Así nos acordaremos el uno del otro.

— Lo haré Samuel — prometió Sandra abrazando al chico junto a los regalos —. Lo haré cada vez que te eche de menos.

Dado este regalo, ambos se despidieron en un largo abrazo envuelto en llantos hasta que Sandra se subió a su coche y se marchó. Deseando poder volver a ver a su amigo. Volviendo al presente, concretamente al día siguiente de la batalla nocturna, los rayos del sol empezaron a penetrar en una habitación decorada con un estilo oriental. Allí, una joven se encontraba plácidamente dormida mientras los rayos ascendían desde sus pálidos pies y sus suaves sabanas. Hasta que empezaron a tocar su rostro y llegar a sus ojos.

The backstreets - OrigenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora