Dritter Star Nº3 - La ciudad de Sig.

0 0 0
                                    

Cinco días más tarde de la llegada de Sandra a Corea y rompiendo el silencio de la vacía carretera, el coche conducido por el maestro Fer Di Vill circulo tranquilamente mientras su nueva aprendiz y la chica a la que esta última había acogido dormían plácidamente, hasta que un pequeño bache hizo despertar a la más mayor de las chicas.

— Um... — gruño Sandra rascándose los ojos y estiraba ligeramente.

— Buenos días, joven aprendiz — saludó Fer Di Vill mirando desde el espejo interior del coche.

— Buenos días, Maestro — bostezó Sandra tratando de desperezarse estirando —. ¿Ha hecho algo mientras dormía?

- Lamento informarte que no es así – Explicó Fer Di Vill activando la radio —. Eso sí, la chica como tal sigue durmiendo.

- Pero siguen siendo 5 días durmiendo — argumentó la chica acariciando la cabeza de la niña —. Es bastante preocupante.

— Comprendo tu punto, Sandra — aceptó el maestro —. Pero no te preocupes, la pequeña estará bien.

— Supongo... — dijo Sandra enfocando su mirada a la niña —. Oiga maestro, ¿cree usted que deberíamos ponerle un nombre?

— ¿A la niña? — preguntó Fer Di Vill sorprendido —. Haz lo que veas mejor, mi joven aprendiz.

— No sé, creo que nos haría más cómodo el hablarle — confesó Sandra.

— Comprendo — Afirmó Fer Di Vill mientras agitaba su cabeza —. ¿Y has pensado ya en algún nombre?

— La verdad es que si — habló Sandra juntando sus dos manos —. Se me ocurrió que podríamos llamarla Xio.

— ¡Xio! — exclamó Fer Di Vill sorprendido —. Es un nombre muy bello, Sandra.

— Se lo agradezco, maestro — agradeció la chica con una sonrisa —. Por cierto, ¿podría decirme si hay algún pueblo o ciudad cerca?

— Claro, joven Sandra — confirmó el maestro —. Y perdona que apenas hayamos abandonado el vehículo en estos 5 días. Dentro de unos minutos llegaremos al pueblo de Sig.

— De acuerdo, gracias maestro — concluyo la chica con la satisfacción de saber que pronto abandonaría el coche.

En ese momento, con Sandra acomodándose en el asiento, esta notó un ligero movimiento en sus piernas producido por pequeñas sacudidas dadas por la pequeña Xio, la cual parecía estar teniendo una pesadilla. Hacía esto, Sandra tomó en brazos a la niña y comenzó a acunarla tranquilamente para así poder calmarla, resultando en la niña despertando de su sueño.

— Eh eh eh — expresó Sandra abrazando a la niña —. Ya está, ya está, solo era una pesadilla.

Como respuesta y completamente aterrada y llorosa, la niña abrazó a su nueva amiga con fuerza mientras esta última la acunaba suavemente y le acariciaba suavemente la cabeza.

— ¿Todo bien por ahí atrás? — cuestionó Fer Di Vill al escuchar las sacudidas y las palabras de su aprendiz.

— Si, tranquilo — respondió Sandra abrochándole el cinturón a la niña —. Xio estaba teniendo una pesadilla.

Al decir el nombre, la pequeña miró a Sandra con una expresión confundida al no conocer lo que aquella palabra significaba.

— Oh cierto, te lo tengo que explicar — afirmó Sandra al darse cuenta de cómo la estaba mirando la niña —. Hemos decidido darte un nombre y ese es Xio. ¿Te gusta?

Ante esto, la niña sonrió y asintió varias veces, mostrando que el nombre le había gustado. Tras esta pequeña charla, la niña agarró del brazo a la adolescente y comenzaron a mirar por la ventana pudiendo ver algunos animales salvajes corriendo. Hasta que, finalmente, la visión hacia un amplio campo se tornó en un pequeño y modesto pueblo. Finalizando con el coche deteniéndose en la puerta de un humilde hostal y con los tres entrando en el mismo. Ahí, ya en el mostrador, Fer Di Vill comenzó a hablar con la encargada en un coreano completamente inentendible para Sandra, la cual se sentó junto con Xio en unos asientos cercanos.

The backstreets - OrigenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora