Brinnade Storm Nº5 - Llamas del desastre

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— A ver... ¿Qué tengo que saber antes de verme con la Sra. Bumblequeen? — dudó un curioso Samuel mientras comía con su compañera de piso cuatro días después del torneo de Emprice.

— Amigo, tampoco es tan difísil — respondió Ángela tratando de calmar a su amigo —. Solo dile que has visto sus trabajos y te gustaron, así ya causaras sufisiente buena imagen.

— Ya... Pero no se tía — reclamó el chico notándose su nerviosismo — Es una tía famosa... Alguien muy heavy... No quiero quedar como un idiota.

— Santa madre de Dios, eres más pendejo que Lópes Obrador — insultó Ángela ante la visible confusión de su amigo al no saber a quién se refería —. Samuel, escúchame, no debes asustarte tanto, solo vas a que te hagan un traje, no a una sita.

— Pero — trató de decir el chico ante el sobresalto de su compañera.

— Ni peros ni mierdas, wey. Simplemente ve y se tu — explicó la chica algo enervada —. Eres muy genial, tienes carisma y te sabes adaptar a los entornos, se tu y listo, no nesesitas nada más.

— ¿E eso crees? — preguntó el chico sorprendido por los halagos de su amiga.

— Si wey — finalizó la chica terminando con su plato —. Confía en mí, no por nada soy la lista acá.

— Jeh si, tienes razón — aceptó el chico habiéndose relajado —. Gracias Ángela, a veces no sé qué haría sin ti.

— Jejejeje, te morirías — bromeó la chica haciendo a alusión a lo sucedido durante los eventos de la onda Suphumana.

Tras varias carcajadas, los dos jóvenes empezaron a recoger los utensilios y a limpiar un poco tras la comida, terminando pronto como era habitual para luego sentarse a ver algo en la gran pantalla del ordenador de la chica hacker para matar el tiempo hasta la hora de la quedada del chico.

— "Conque me moriría, ¿eh?" — pensó el chico quitando su vista de la pantalla y dirigiéndola hacia su amiga — "Jeh, y cuánta razón tienes Ángela, fuiste la única persona que tuve a mi lado tras lo de mis padres... No dudaste ni un segundo en ofrecerme una nueva oportunidad viniendo aquí y además... Me salvaste la vida. Realmente, te has convertido en alguien a quien puedo decir que quie-"

Antes de terminar sus pensamientos y sin que este se diera cuenta, la chica posó su cabeza levemente sobre su hombro pareciendo una acción involuntaria. Hecho que provocó que el chico saliera por un segundo de sus pensamientos acelerando el ritmo de sus latidos y generando un ligero sonrojo en sus mejillas.

— "Ángela..." - Retomó el chico en su cabeza procesando la acción de su amiga —. "Siempre que tenemos una cercanía así... Mi pulso aumenta tanto y a la vez siento tanta calma... Ángela... ¿Cuánto has aportado realmente en mi vida? De verdad... ¿Me has llegado tan adentro?"

— Sam... Samuel — llamó la chica agitando levemente a su amigo.

— ¿Ah? ¿Qué? — expresó el chico saliendo de sus pensamientos —. ¿Qué pasa?

— La hora, idiota — avisó la chica indicando el reloj de la sala —. Que son las sinco, si no sales ya mismo no llegas a tu quedada con la Sra. Bumblequeen.

— ¡Ostia, la hora, se me ha ido por completo! — exclamó el chico poniéndose en pie rápidamente para posteriormente coger todas sus cosas —. Gracias Ángela, nos vemos luego.

— Trata de no perderte, punk — se despidió la chica para pocos segundos después quedarse sola en su piso dando un leve suspiro —. Siempre tan idiota... Tiene suerte al menos de ser lindo.

Así, con la puerta ya cerrada y una bolsa con algunas cosas que pudieran servirle a la hora de llegar a su Reunión con la mujer que le iba a diseñar su traje, el joven Samuel comenzó su marcha por la ciudad en la que tantos momentos había vivido en tan poco tiempo. Pasando por el callejón donde salvo a aquella niña pequeña donde casi muere y pasando por la calle al lado izquierdo del parque donde conoció a aquella dinámica y alegre chica que luego se encontró en aquel lugar por el que ya había pasado y tiempo después a la salida de aquel torneo inventado por aquel mafioso llamado Emprice.

The backstreets - OrigenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora