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Era de mañana, el radiante pero molesto sol se reflejaba trás las blancas y limpias cortinas de la habitación de éste tipo de apariencia albina. No le gustaba que el sol le diera una bofetada en el rostro, si no fuese por esos rayos solares que se dirigían directamente a su cara, no hubiera despertado y hubiese seguido durmiendo tranquilamente.

Se tapó de pies a cabeza con su sábana blanca, no quería levantarse, no tenía ganas de hacer nada ése día. Parecía el típico niño berrinchoso que no quería ir a la escuela, en este caso: Era un líder mafioso caprichoso.

Después de unos minutos; llegó su perro fiel y obediente, el hombre que más lo idolatraba en el mundo, el único ser que lo veía como el rey del mundo, de la vida. Éste peli-rosa veía a ése hombre cómo el emperador de toda su vida, alma, cuerpo, ser. Estaba dispuesto a hacer cualquier mínima cosa por su Dios.

¿Qué hacía Haruchiyo a esas mismas horas de la mañana? Pues, para nada más ni menos que atender a su rey. Lo vió envuelto en las sábanas, acercándose a las cortinas para alzar esos mismos trozos de tela colgantes y hacer que la luz del día entre, después de aquello, se acercó a el peli-blanco y dijo:

- Mikey, es hora de levantarse...- Trató de quitarle la sábana de encima, pero viendo que hacía fuerza para que no le quitara su sábana, no hizo ningún esfuerzo, dejándolo en paz- Preparé tu baño. ¿Te parece bien?- No recibió respuesta alguna, sabiendo lo que su amo se quería referir; no le importaba.

Esta era una rutina común en la vida tanto como en la de Sanzu, como para la de Manjiro. En el lado de Manjiro, tenía a Sanzu que hacía prácticamente cualquier mínima cosa por él, hasta el vestirlo y bañarlo, pensaba que estaba loco por hacer eso, casi nadie tenía el "valor" como para trabajar de sirviente para alguien, pero Sanzu era el único idiota que era capaz de hacer eso, solamente alguien como él sería capaz de tenerle tanta atención.

Por el lado de Sanzu, él era capaz de realizar lo que sea, pero absolutamente lo que sea si es para satisfacer, complacer, animar a su maravilloso rey. Sanzu amaba a Mikey, es un amor de una forma retorcida que tiene sentido si le buscamos la vuelta. Él cree que el amor son sentimientos comunes, algo fácil de confundir con otros sentimientos similares, pero, si de verdad se trataba de amor, tenías que demostrar que ése amor es de verdad. Y eso mismo es lo que hace, si se relacionaba con su Dios amado; él estaba dispuesto a complacer sus peticiones y deseos... Hasta el punto que literalmente lo complacía de diferentes formas, ya saben... Sexo, masturbación, esas cosas.

Manjiro estaba esperando el baño en tina que su perro fiel le estaba preparando, como siempre, esperando a que él haga todo como le agrada. Le temperatura del agua no tenía que ser ni fría ni caliente, tenía que ser tibia, cosa que Sanzu aprendió a lo largo del tiempo, sabiendo siempre en como complacer a su rey, pero a la vez haciéndolo enfadar.

Su perro se encontraba en el baño, frente a la tina viendo el como se llenaba de agua, acercó una de sus manos al agua y sumergió su dedo índice, el agua estaba a temperatura perfecta para su amo.

Se devolvió a donde aún se encontraba su señor, mientras él se quitaba la sábana que tenía puesta, acercándose a la orilla de la cama y sentándose ahí mismo.

- Está listo su baño. - Dijo mientras se acercaba a Manjiro para poder quitarle su vestimenta y después llevarlo al baño. - Vamos, alza los brazos. - El de apariencia albina alzó ambos brazos para que su mascota le quitara su ropa, cosa normal de todos los días, rutina diaria. - Bien. - Se agachó para poder quitarle los pantalones a su dueño, para después doblar su ropa y llevarla a la ropa sucia... Que exagerado, ¿no?.

- Hablas mucho, has más y habla menos, tu voz en las mañanas es tan estresante. - Dijo Manjiro mientras veía a Sanzu hacer sus acciones. El de cicatrices asintió y cargó a Manjiro para llevarlo a el baño, para poder asearlo.

¿Soy tuyo? Mikey x Sanzu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora