|Prólogo|

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Mi experiencia en la tierra nunca había sido la mejor

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Mi experiencia en la tierra nunca había sido la mejor. A los diez años mi madre se fue de casa, mi abuela tomó su rol y se hizo cargo junto a papá. Eso no es complicado de entender.

Tampoco me costó comprender que las personas pueden ser buenas, malas, o simplemente crueles.

O bueno, sí. Digamos que unas cuantas noches de llanto lo hicieron por mí.

Sin embargo, ni si quiera veintiún años me hicieron entender lo que me hablaba papá a los diez. "Niñas bonitas". Nunca comprendí el contexto de tal frase, hasta esa primera mañana de universidad.

Ésas pecas...

Tampoco quería malinterpretar. A lo largo de mi vida había visto a muchas personas con pecas, pero ¿por qué a ella le quedaban tan bien? Lo odiaba.

La odiaba.

Detestaba que fuera tan bonita.

Detestaba que su boca besara la de otro hombre mientras yo moría por besar la de ella.

¿Es eso justo?

Detestaba que siempre me escuchara al hablar de las estrellas. ¿Por qué lo hacía? Quería que no lo hiciera. ¡Que parara!

Odiaba que su timbre de voz fuera tan especial. Una parte de mí quería que alguien le cortara las cuerdas vocales para dejar de escucharla.

En fin, ___ era odiosamemte perfecta.

Nunca debí entrometerme en su vida.

No debí besarla ni saciar mi instinto humano.

No debí, pero lo hice. Y ahora no sabía cómo irme.

Sólo esperaba no enamorarme.

—¿Te gusta Iron Man? —preguntó ella.

Tarde.

Tarde

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Luminisencia | JJK [+21] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora