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Pov. Narrador

Estaba muy oscuro cuando Jennie se inclinó sobre el volante, luchando por ver las curvas mientras conducía de vuelta a casa después de un largo día de turismo.

A primera hora de la tarde había conducido hasta Grasse, donde había caminado durante horas, visitando los museos del perfume y el centro histórico de la ciudad.

Después de eso, se regaló una comida de tres platos en un restaurante familiar de alta cocina.

Sintiéndose realizada y extrañamente independiente, volvía a casa con el maletero lleno de recuerdos, las ventanas abiertas de par en par y la radio encendida.

Lo único que faltaba era la luz.

La falta de alumbrado público en el valle no le había molestado antes, pero ahora se preguntaba si sería capaz de encontrar el camino a casa.

Condujo lentamente, comprobando cada curva y cada rincón.

Vio la puerta de la casa del comandante y agradeció a sus estrellas de la suerte la señal de que seguía en el camino correcto.

Ya casi estába en casa.

Pisó el acelerador de repente más confiada, cuando el coche pasó por encima de algo, rebotó y se detuvo bruscamente.

Instintivamente se revisó la nariz y la frente, se había golpeado contra el volante en el impacto.

No sangraba y aparte de un dolor punzante en el entrecejo, estaba segura de que estaba bien.

"¿Qué fue eso?"

Su corazón se aceleró mientras intentaba recuperar el aliento, abriendo la puerta con una mano temblorosa.

"No he golpeado a nadie ¿verdad?"

Sus ojos tardaron un poco en adaptarse a la oscuridad, pero pronto se dio cuenta de lo que había pasado al entrar en un parterre.

Jennie suspiró aliviada.

Estaba en una rotonda.

Las ruedas traseras del coche no estaban en el suelo y seguían girando.

Utilizando su teléfono como linterna, se bajó y caminó alrededor del coche para inspeccionar los daños.

El coche parecía estar bien, aparte de que la parte trasera se había levantado del suelo.

Se colocó detrás de él y trató de empujarlo hacia la rotonda para poder conducirlo, pero era demasiado pesado.

Sin aliento se sentó en la acera, esperando que pasara otro coche.

Pasaron diez minutos, luego veinte.

"Maldita sea. Si pudiera conseguir ayuda..."

Cuando intentó llamar al número de asistencia de la carretera que llevaba en su llavero, le salió un contestador automático con las opciones del menú en francés.

Después de escucharlo cinco veces y de probar todas las opciones disponibles sin éxito, se dio por vencida.

Mirando su teléfono, suspiró y volvió a marcar el número de Lisa.

.

.

.

–¿Qué ha pasado aquí?–Lisa se rió mientras salía de su coche.

Jennie se encogió de hombros.

–Sinceramente, no tengo ni idea de cómo llegué hasta allí. Estaba muy oscuro y yo...–sacudió la cabeza–Siento haberte llamado tan tarde. Me siento increíblemente estúpida y odio que tengas que verme así. Nunca he necesitado ayuda y ahora te llamo por segunda vez esta semana.

Un Verano en Francia/Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora