Termino de abotonarme la bonita camisa de ceremonias que mi madre, la reina, ha pedido para el día de hoy, un día especial, según ella.
Mis padres, ambos, llevaban varias semanas dándome el coñazo para que encontrase esposa ya, ¿qué prisa tendrían? Es una pena que ni siquiera ser el futuro heredero del reino me exima de tales responsabilidades sociales.
Salgo de mis aposentos del ala este del castillo y me dirijo hacia la antesala del gran salón donde se iba a celebrar el baile de máscaras esta misma noche, con el único propósito de darme la honorable oportunidad de encontrar una reina, y si no lo hacía en los próximos días, ya se encargarían ellos de tal encomiable tarea.
Al llegar a la antesala, me sitúo junto con mi hermana Eileen, melliza y pequeña por tan solo medio minuto. Era una suerte que a nuestros padres todavía no se les hubiera pasado por la cabeza casarla, aún. Era tradición en nuestra familia casarse antes de los 18, y ambos estábamos a tan sólo unos meses de aquel acontecimiento.
Mi hermana, al igual que yo, era destacable por sus enormes ojos, los suyos de un azul más turquesa y los míos más tirando a gris.
–¿Cómo te encuentras? ¿Nervioso?– me dice mi hermana mofándose de mi situación.
Me río sin poder contenerme ante ella.
–Ya te tocará a ti, hermanita, seguro que nuestros padres no dejarán cabos sueltos, te casarás con un anciano rey de lejanas tierras– bromeó riéndome y cogiéndola en volandas. –Te sacará muchísimos años y será lo más nauseabundo del reino.– No podemos dejar de reír cuando justo aparece nuestro padre.
–No es típico de los reyes tomarse esto a broma, Kai– me dice serio. –Vete a recoger tu máscara, el baile está a punto de comenzar. Lo mismo para ti, Eileen, este no es el comportamiento adecuado para una princesa– dice con el ceño fruncido.
'A veces era demasiado serio... demasiado.' pensé mientras miraba el rostro serio de mi hermana, a la cual mi padre nunca trataba de ninguna forma que no fuese formal, lo correcto, o lo aceptado por el código de conducta. Nunca lo había escuchado llamarla por su diminutivo, siempre usando su nombre completo, o su título.
Me acerco a las cajas de la antesala que guardan nuestras exquisitas máscaras con los colores del escudo real, negro y plateado. Escojo la que me pertenece y me la abrocho bajo la atenta mirada de mis padres y mi hermana, que también se acerca a coger la suya propia.
Nos colocamos cerca de la puerta esperando la señal que anuncie nuestra entrada a la gran sala de bailes de palacio. Ayudo a mi hermana a terminar de colocarse su precioso antifaz plateado con perlas de obsidiana que no hacen justicia al color turquesa y a sus enormes ojos.
–Gracias...– me murmura Eileen sin levantar el tono de voz demasiado. Yo le guiño un ojo en respuesta, antes de que nuestros padres comiencen a refunfuñar, y cojo a mi hermana del brazo, tal y como el protocolo dicta que la familia real debe presentarse ante la nobleza y burguesía del reino.
–Se presentan ante ustedes la princesa Eileen Devonshire, princesa del reino de Nealaria y el príncipe heredero del reino, Kai Devonshire.– Al escuchar el familiar discurso de todos los eventos a los que hemos asistido desde pequeños avanzo un par de pasos junto a mi hermana en dirección a la enorme puerta doble que da acceso a un balcón central.
Todo el mundo deja a un lado sus conversaciones para escuchar nuestra presentación seguido de la de los reyes. Bajo por la enorme escalera lateral del balcón junto a mi hermana para mezclarnos con los demás invitados. Estos comienzan a acercarse para agradarnos con sus estudiadas reverencias y saludos formales en nombre de sus familias. Dejo esta parte del protocolo a mi hermana, quien agradece con maestría y devuelve las formalidades a la mayoría de los invitados con una sonrisa impecable. Yo, en mi lugar, solo puedo asentir y saludar con una media sonrisa, fingida por supuesto, a toda la nobleza de mi alrededor.
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El reino
RomanceUn mundo mágico ambientado en la Edad Media Un romance que no te dejará indiferente Embárcate con nosotras en esta bonita historia de amor