Estaba oscuro ya. Natalia y yo ya nos habíamos despedido y cada una se dirigía hacia su respectiva casa.
Iba por una calle oscura, no había mucha gente la verdad, eso hacia que me asustase un poco. No suelo ir sola por estas calles avandonadas y menos por la noche. No se como pude elegir este camino.
Cuando la calle se acabó, pasé por una esquina. En la cual sentí como alguien tiraba de mi chaqueta haciendo que callese hacia atrás.
- ¿Quien eres? - pregunté asustada
- ¿Que quien soy? Creo que tu los sabes muy bien, me extraña que no lo sepas - dijo ese extraño, encendiéndo la linterna de su móbil, dejando ver su cara muy fácilmente.
- ¡¿Alex?! ¿Tu eres gilipollas o que?
- Eh, eh, tranquila nena. No te voy a hacer nada
- Yo ya no soy tu nena, que te quede claro.
- Claro está, princesa ¿Que haces por estas calles sola?
- No te interesa un pelo.
- Te he visto, con Natalia.
- Me has visto ¿y?
- Relajate un poco princesa, voy en son de paz - dijo intentando hacer la gracia, la cual no tenia ninguna
- Dime ¿Que quieres?
- ¿Yo? Yo quiero que vengas conmigo a las pistas de skate, hace mucho que no vas por ahí desde... ah, sí. Desde principio de curso, cuando lo dejamos y te empezó a gustar el Raulcito ese
- Raúl.
- Me da igual. Yo solo quiero que vengas conmigo princesa, aun que sea solo una vez.
- ¿Y que gano yo con eso?
- Recuerdos - dijo dándose la vueta, para empezar a dirigirse a la calle que te llevaba a las pistas de skate
Le mandé un mensaje a mi madre de que me quedaba mas tiempo y lo seguí. Iba muy rápido, con su skate en la mano.
- ¡Venga princesa! - se giró
- ¡Voy!
Hice una pequeña carrerilla para acabar a su lado.
- Supongo que te acordarás como se hace - dijo refiriéndose a montar en skate
- Pues claro, eso no se olvida
- Ya veremos - Dijo montandose en el skate, para desaparecer rápidamente de mi lado.
En frente teníamos las pistas, estaban exactamente como las recordaba. Un gran ovalo en el suelo, cuatro farolas que iluminaban la pista, y los grafitis que había sobre ello. Y no faltaban los grupitos, estaban los pasota. Muy bien no me caian. Los drogados, que para lo único que van es para fumarse un porro. Los que se pasan todo el día en la pista, eso no hace falta que describa lo que hacen, y las acompañantes. La mayoría de ellas solían ser chonis.
Mi mirada estaba únicamente fijada en Alex. Ese chico rubio con ojos verdes, camiseta básica blanca chaqueta de cuero, y unos jeans y vans negros. Y no faltaba su paquete de cigarros en el bolsillo trasero del pantalón. Estaba exactamente igual. Lo único que ha cambiado es que ya no se pone gomina en el pelo. O por lo menos hoy.
Hizo unas cuantas piruetas en la pista y se dirigió hacia mi.
- Sinceramente, no eres la misma. Ahora pareces un ángel caido del cielo por tu forma de vestir. Pareces una niña rica. - eso sinceramente me jodio un poco, él odia a los niños ricos. - y tu sabes que los odio.
- No quería el rechazo
-¿De quien? ¿De Natalia? Habéis sido amigas desde siempre, eso no cambia.
- No, de ella no.
- ¿De el chiquillo ese? ¿Me estas jodiendo? - dijo encendiendo un cigarro
- No
- Eras mi ángel, para algunos mi ángel de alas negras.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Dejalo. Ven sientate - dijo sentandose en un borde de la pista - ¿Quieres? - dijo cediéndome el cigarrillo, al cual acepté - Mi ángel de alas negras
- Para de decirme así, ya no soy tu ángel, ni tu princesa, ni tu nena.
- No lo eres, pero lo volverás a ser, creeme
- No lo creo - dije dándole una calada al cigarrillo
- Sí, sino no hubieses aceptado el cigarro. Mira, se que te ahora te gusta el Daniel ese, y haré que cambies de opinión. La Sandrita esa lo tiene en la palma de su mano ¿crees que lo vas a enamorar? El que va a enamorar aquí soy yo, volveremos a ser cono antes. ¿Recuerdas? Tú no sufrías, eras feliz, y quiero que lo vuelvas a hacer, pero conmigo - dijo agarrando el cigarro entre mis dedos para darle una calada. - Hazte una - dijo señalándo el skate
- Vale, te pego mil patadas chaval - dije dándole mi móbil, confiaba en él.
Me monté en el skate y me caí un par de veces, había perdido la práctica. Pero no podía aceptar que Alex que me lo restregara por la cara.
- ¡Creo que has perdido la práctica nena!
- ¡En tus sueños nene!
- ¡Quiero ver a la Valeria que Raúl destruyó!
Y así lo hice, recordé todo lo que me había pasado. La rabia recorria por mis venas. Sentía como el skate subía de velocidad mediante a los empujes que daba con los pies. Mientras que sentía la mirada de Alex, que me miraba sonriente.
- Así que, esa Valeria sigue ahí dentro... Pensaba que ahora era una niña rica.
- Uno. No soy rica, y dos, yo nunca he cambiado, eso te parecía a ti. - dije devolviendole el skate. Para que el me de mi móbil.
- Ahora voy a ser sincero. Se que me va a costar esto, pero voy a conseguir que te enamores de mi igual que yo lo estoy de ti. Tenlo por hecho.
- Aviso, que esta no te la pondré fácil - dije alejándome de la psita de skate
- ¿Dónde vas? - me preguntó curioso
- A mi casa, es tarde.
- ¿Te acompaño?
- No, aprobechado - y me di la vuelta para desaparecer de las pistas.
No me esperaba encontrarme con él, y menos de esta forma. Esto ha dado un giro de 180 grados, aun que me gusta la idea.
No se lo que haré. Pero eso sí, no pienso permitir que me rompan el corazón, y menos él.
Nuestra "historia" es un poco, no se como decirlo, normal, pero que sobresalta los límites, o por lo menos para mi. Nos conocimos en la cafetería de su abuelo, y el iba con el pelo súper engominado, mientras que escuchaba Nirvana. En ese instante en el que escuché la música me quedé mirándole, y se ve que su abuelo lo vió y nos hizo sentarnos en la misma mesa. No nos quedaba otra que hablar el uno con el otro, ese día fue en el que me empezó a llamar ángel con alas negras, nunca entendí el por que, pero no me desagrada.-----------
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El giro de 180°