Deer eyes

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La vida a los diecisiete años no era lo más genial, muchas cosas pasan, muchas decisiones importantes sin ningún conocimiento de la vida, donde los problemas más sencillos son enormes y donde las presiones sociales afectan todos los ámbitos de la vida. Pero había que pasarlo inevitablemente, por eso tal vez algunos decidían no hacerlo, era la prueba de que la adolescencia era de las peores etapas del ciclo de la vida. Las cifran y estadísticas no mienten.

Por supuesto, montones de factores influyen en qué tan terrible es tu etapa.

Para Jungkook, fue y es relativamente normal, o eso consideraba él. Nació en Busan cuando su hermano tenía dos años, tres años después sus padres se divorciaron. No había sido un divorcio sencillo, pero tampoco lo sufrió en aquel entonces pues casi ni lo recuerda, ahora veía a su padre fin de semana por medio cuando viajaba a Seúl. No podía decir que se llevaba exactamente bien con su hermano y la relación con sus padres bueno, no era la gran cosa. Jungkook era un chico extremadamente independiente, el hecho que su madre trabajara todo el día y que él se quedara con sus abuelos y hermano por la tarde le daba mucha libertad, lo obligaba a hacerlo. Su hermano lo alentaba a salir y a aprender a manejarse solo y a él le gustaba.

Su enorme libertad lo había llevado a aprender a conducir a los quince y el año pasado había tenido su propia moto. Ser un adolescente con su propio vehículo le daba una autonomía enorme, iba y venía a dónde fuera y cuándo quería, tan solo tenía que avisar que no vendría tarde a casa.

Iba al colegio en moto y salía con sus amigos todos los fines de semana. Casi sentía que se había convertido en su taxi, pero realmente no le molestaba. Le gustaba mucho su grupo de amigos, Hoseok, Yoongi y Jin vivían en su mismo barrio así que se veían con regularidad. Taehyung, Namjoon y Jimin vivían un poco más lejos, pero eso tampoco importaba tanto, él tenía su moto. A algunos los conocía desde la primaria, otros habían sido incorporados al grupo a lo largo de los años. Podía decir que se llevaba bien con todos, pero como siempre había sub-grupos en los grupos de amigos. Jungkook podría dividirlos de muchas maneras, como los más grandes y los más chicos, los que vivían cerca entre sí, o los que sencillamente se llevaban mejor por algo en común. Pero algo indiscutible es que él y Jimin eran un grupo a parte e independiente a cualquier cosa. Porque simplemente no había mayor razón.

Park Jimin había aparecido en sus años de secundaria, tan hermoso y etéreo como un ángel con sus mejillas altas al sonreír mientras se presentaba a la clase y pedía que cuidaran de él. Jungkook supo, viéndolo desde su pupitre al final del salón, que cumpliría esa promesa sin saber lo que se vendría luego. La verdad era que, no había podido explicar lo que causó Jimin en su corazón la primera vez que lo vio. Cual hechizo había quedado hipnotizado.

Esa era la razón por que la su adolescencia mejoró sin importar qué. Ya no importaba que sus padres estuvieran separados, que su madre trabajara todo el día y a penas la viera, que su padre lo viera algunos fines de semana por que estaba ocupado con su trabajo y su otra familia, que sus abuelos lo usaran como un empleado en su casa, ni que su hermano se hubiera vuelto frío con él y se hubiera alejado desde que tenía novia.

Jungkook era un perro solitario, hasta que se trataba de Jimin.

- Pero bueno, da igual ¿sabes? Jiyoon será mejor que yo y mamá aplaudirá y me refregará indirectamente que ella siempre será mejor que yo. - dijo el rubio a su lado con una sonrisa falsa mientras revoloteaba sus ojos.

Jungkook sentado a su lado se había perdido un poco el hilo de la conversación, pero rápidamente recordó que Jimin había comenzado a contarle otra vez los problemas entre su hermana y sus padres. El moreno estaba recargado contra su silla cómodamente, su cuerpo entero girado en su dirección mientras conversaban en el pequeño tiempo que esperaban su próxima clase en el salón. Jimin sonreía de manera agridulce y Jungkook odió verlo así, siempre era la misma sonrisa cuando hablaba de sus padres.