¡Pinkie Snack!

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El día siguiente al mediodía, era tiempo del almuerzo de las dos clases. Los dos amigos se situaban con algo de desesperación en una mesa, el más alto intentando apaciguar los incontrolables nervios del rubio, quien se arrepentía de corazón el haber invitado a Hitoshi para almorzar con ellos.

—¡Deja de quejarte y acepta tu realidad!— exclamaba el más alto abriendo un zumo de naranja en manos. —Da gracias que aceptó, la verdad no esperaba que ese sonso lo hiciera.

—¡Pero le invité el almuerzo!— musitó cubríendose la cara casi llorando de la vergüenza.

—No veo el problema.— arqueó la ceja y sorbó de su cajita de zumo.

—El problema es que no tengo dinero para invitarle algo.—alzaba la cabeza al cielo, como si esperara que cayera dinero de la nada. No sabía que hacer, creía que era un fracaso para las citas, aunque esta no era del todo una, pero si lo fuera auyentaría al ojeroso de una. —¿Y si se ríe de mí por alguna estupidez que se me escape? que alguien me ayude.

—Sí se atreve a burlarse de tí, ten por seguro que acabaré con él. —Sorbó hasta la última gota de su cajita, y miró fijamente al menor. —acabaré con él, luego de acabar contigo, ¿cómo podrías enamorarte de una persona así? Estás loco.

—¡Oye! No me digas que cubitos de fuego no es un sociópata amargado también.— defendió molesto, apoyando sus manos sobre la mesa y sobresaltando un poco su cuerpo.

—¡Por lo menos cubitos de fuego si tiene decencia humana, no como don gato y su pandilla! ¿¡y de dónde sacas lo sociópata?!— hizo el mismo gesto que el menor, quedando cara a cara con él, un único hilo de rabia era lo que estaba separándolos de chocar frentes.

—Hola, ¿pasó algo?

La voz del pelivioleta hizo estremecer al chico. Éste giró la cabeza lentamente, pidiendo en su mente que no haya escuchando su berrinche de hace unos momentos y que no pensara nada malo al respecto. —Oh, no es nada. Toma asiento a mi lad...— pensó en lo que estaba a punto de decir. —no a mi lado no, ahí junto a Sero.

Estaba por seguro de que si se sentaba a su lado, explotaría de la vergüenza y cometería alguna tontería. Sero sabía perfectamente eso, con lo molesto que estaba, decidió jugar en contra de los principios de decencia del rubio. Así que comenzó a toser de la nada, simulando estar con gripe.

—No te acerques a mí, ¡estoy muy enfermo!— miró maliciosamente de reojo a Kaminari, quien lo estaba extrangulando mentalmente por la niñería que se dispuso a hacer.

—Como quieran.— se regresó al lado del menor y se sentó ahí, él no lo sabía pero estaba por causarle un paro cardíaco al chico. Sin ser consciente de esto, asentó su lonchera en la mesa, y la abrió en silencio. Ahí dentro, todo estaba organizado perfectamente, cada pedazo de carne estaba cortado simétricamente, la proporción de arroz no pasaba de los cien gramos y los pequeños brócolis se juntaban con los trocitos de zanahoria, dejando a un lado los palillos con lo que se lo comería.

Era tan perfectamente simple, simétrico y delicioso, que no se comparaba a la fea hamburguesa desarmada que tenía Denki dentro de una bolsa café —cosa que había escondido debajo de la mesa—. Durante ese tiempo que el pelivioleta pasó abriendo su almuerzo, los otros dos se habían quedado boquiabiertos ante tanta organización, incluso el pelinegro se avergonzó un poco de sus rollitos de canela que bien no estaban mal organizados pero aún así tragó saliva al ver que no se comparaba al pelimorado.

—Parecen tontos viéndome así.— soltó al aire sin despegar su vista de su comida, tomando un trozo de carne con sus palillos e introduciéndolo a su boca. Estaba pensando porqué había accedido a almorzar con esos dos, no hablaba siquiera con alguien de su clase además del profesor que lo ayudaba en sus entrenamientos, pero de ahí nada. En seguida apareció en su mente los cabellos brillantes de los chicos, tenía curiosidad, el no estaba al tanto de lo que hacía la clase A, ni cómo se veían todos los días, pero ver que ellos dos llevaban ese tono chillón en la cabeza... ¿quién no sentiría curiosidad por saber qué ocurrió?

¡Pinkie Promise! [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora