PDV ANDRÉS
— ¡¿Estás loco?! ¡¡Apenas te saqué de ahí!! — me gritó Ari cuando afilaba mi espada en la rueda.
— Es mi pueblo entiende. Digas lo que digas no harás que cambie mi elección.
— Pero al menos debes escuchar a tu hermana. Es una misión suicida, los demonios te destrozarán en segundo. Si hay demonios de más alto rango estás muerto.
— ¡¿Cómo estás tan seguro?! ¡¿Ah?! — le grité volteando a verlo. Sus ojos se encontraron con los míos y por la diferencia de altura yo tuve que subir la mirada.
— No crees que es obvio por la mirada de esos monstruos. Son golems, son solo peones controlados por un líder, que posiblemente ya esté en la capital.
— Igual me vale. Tengo que rescatar a la gente que no logró salir. — guardé mi espalda en su funda y agarré una chaqueta para el frío.
Lo dejé ahí mirándome fijamente, esperando a que cambie de opinión. Ahí me dí cuenta de que el corte de cabello le había beneficiado y ahora le quedaba mejor que la coleta.
Dejé mis pensamientos sobre su apariencia a un lado y empezé a caminar hacia la nube de humo que se encontraba justo al frente.[•••]
El espesor del humo era tan denso que no podía ver más allá de 2 metros frente a mí. Llevaba una cuenca azul, lo que me daba una barrera para el humo.
Caminé unos minutos más y al fin pude llegar al ojo del huracán.
Todo el reino estaba destruido y el palacio ni siquiera lo reconocía; me costaba mucho pensar que hace menos de 7 horas esto era la capital de todo el reino.
Tragué grueso y caminé por las "calles" de lo que quedaba en el pueblo.
Habían algunas personas tiradas en el piso y otras escondidas entre los escombros.— ¿Están bien? — pregunté sin gritar, para no alterar a los demonios que posiblemente estaban por arriba de las nubes de humo.
— ¿Príncipe Andrés? ¿Vino por nosotros? — preguntó incrédula una joven de al menos unos 17 años, era de estatura media, cabello castaño rizado, ojos de color miel y piel de un color blanco amarillo.
— Si. ¿Hay más sobrevivientes? — ella asintió con la cabeza, afirmando mi duda.
Agarró mi mano y me guío hacia una torre de vigilancia cercana. Estaba en las ruinas pero de alguna forma era estable.— Estamos en el sótano. ¡Mi padre está herido y saldré a buscar medicamentos en las tiendas de posiciones cercanas! — la chica iba a salir pero yo agarré su brazo de forma delicada.
— No te preocupes por eso. Los demonios están cerca y si te ven, sabrán que hay gente viva aún. Te pido que pienses con la cabeza fría, debemos salir de aquí rápido. — la miré, levantó la cabeza y me miró, su ceño era fruncido, con rabia.
— Disculpe por mi osadía, alteza. Pero... ¿Cómo planea que mi padre viva en estas circunstancias — no desvío la mirada de mi en ningún segundo, su ceño fruncido se desvaneció y sus ojos pronto se iluminaron. Las lágrimas recorriendo sus mejillas con frecuencia y en grandes cantidades.
— ¡Si planea dejarlo atrás y que muera! ¡Perdóneme, pero eso no lo aceptaré ni aunque el rey me lo pidiera!— Tranquila. Solo... Confía en mí, llévame hasta todos. — le sonreí y seque sus lágrimas con mis pulgares.
Ella asintió y me guío hasta el sótano de la torre. Estaban muchas personas alrededor de un farol que parecía que se acabaría en cualquier instante, con mantas y con un semblante neutral. Daba a entender que aceptaban que morirían en solo cuestión de tiempo.Sus miradas se posaron en mí, su semblante se iluminó y una sonrisa apareció en sus rostros.
— ¡¿Nos viniste a salvar?! — gritó un viejito que tenía una venda en la pierna.
— Es correcto, por favor. Necesito que traigan a todos los heridos hacia mí. Tengo una idea para salvar sus vidas y curar sus heridas. — saqué una cuenca verde y la tiré hacia el piso. Un círculo nos rodeó y empezó a curar algunos raspones en mis manos y las heridas de las personas a mi alrededor, incluído a un señor que se encontraba inconsciente en el piso con una venda en la cabeza y otra en el brazo.
— ¿Un hechizo de recuperación? — preguntó la chica de antes.
— Efectivamente. Ahora, debemos ir por el norte del pueblo, escaneé el área y ese es el lado más seguro. Quiero que me sigan en silencio y a paso rápido. — demandé con una sonrisa en mi cara. Salvaría a mi pueblo sea como sea, a cualquier costo.
Salimos de la torre y caminamos por debajo de los tejados, esquivando los demonios blancos y rojos.
A los pocos minutos vimos las afueras del pueblo y todos se emocionaron, corrieron sin pensarlo dos veces.— Fué un plan astuto... Pero, no lo suficiente — escuché una voz a mis espaldas, era una pequeña niña de piel blanca en extremo, orejas largas, ojos rojo vivo y un cabello largo de color morado con una diadema de color rojo.
Su vestimenta era un vestido largo que solo se sostenía en el cuello, con la espalda al descubierto, además con un corte en medio muslo, y estaba descalza. Sonrió de manera macabra y unos pequeños colmillos salieron de entre sus labios.
—Las minas son un sistema útil cuando se trata de exterminar algo sin mucho esfuerzo, ojalá disfrutes del espectáculo, príncipe.
Sus palabras me dejaron en shock, solo me sonreía con su sonrisa traviesa y sin compasión, la mirada de un niño jugando con sus juguetes, que en este caso; somos nosotros.
— ¡¡No sigan!! — grité mientras corría detrás de todos ellos, pero las bombas detonaron en mis ojos... La sangre, sus cuerpos y sus gritos eran los único que pude ver y escuchar. Muerte y más muerte, mientras escuchaba la risa descarada de ese demonio.
— Príncipe... An-drés, por favor... Salga de aquí y — las palabras de un niño que sangraba por la boca y por su pecho, después de ser aplastado por una piedra del tamaño de si mismo. — Viva... Se lo ruego, tiene un buen corazón, alteza.
Me sentía mal... Mis ojos no dejaban de llorar y las últimas palabras de un niño de menos de 15 años me hacía sentir miserable. ¡¡NO PUEDO HACER NADA CON MI PUTA VIDA!!
El rencor y el odio llenaba mi alma, la ira era lo único que me consumía y la sed de venganza era lo único que rondaba en mi pensamiento.— ¿Que tal mi truco, alteza? — escuché a mis espaldas. Estaba el niño sentado mientras jugaba con sus pies.
— Eres... Un maldito hijo de perra — susurré mientras me agarraba el pecho con fuerza y un hilo de sangre salía de mis labios.
— Los humanos son tan fáciles de manipular... Es algo que compartimos con nosotros los demonios, somos tan susceptibles a las emociones y las personas que nos rodean, a los que deseamos protejer. — sentí como susurraba casi a mi oído.
— Deja que la ira te consuma... — se acercó a mi cuello y mordió, dejándome inmóvil.Continuara...
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𝗧𝗿𝘂𝘀𝘁 𝗠𝗲-𝗦𝗽𝗮𝗿𝘁𝗼𝗿
Mystère / ThrillerLa guerra, un concepto básico para decir problemas por varias razones. O tal vez una excusa para cubrir algo. Un demonio maligno y poderoso. Líder de varios batallones para acabar con la raza de las diosas. Pero un día ese demonio traicionaría a la...