Las llamas del fuego danzando en la alta chimenea, creando figuras en su rostro delicado, en sus ojos de iris marrón claro.
Los dedos largos tomaban las semillas, separándolas de la fruta, colocándolas en un tazón de plata, sobre la mesa baja a su lado. Sentado sobre sus rodillas, con la túnica del color del vino oscuro esparcida en el suelo, adornada de flores rojas y joyas doradas. Sus piernas largas sobre la alfombra que cubría la sala principal del palacio del Inframundo.
El lugar estaba iluminado sólo por el fuego de la chimenea y el candelabro de velas negras que nunca se agotaban, pero tenían la cera colgando como si fueran cascadas que nunca caían.
Se escuchó una puerta pesada abrirse y cerrarse y unos pasos cruzando la habitación detrás de él, que parecían moverse como el aire, ligeros, casi imperceptibles. Pero Perséfone los reconocía muy bien.
Dejó la granada a un lado del tazón y se puso de pie con elegancia. La falda de la túnica estaba abierta en las piernas, cubriendo sólo la parte media y trasera de su esbelto cuerpo.
Las rodillas rosadas por estar sentado, Perséfone se acomodó las hebras rojas de su cabello, adornado por una corona de rosas y lirios de pétalos del mismo color que los caireles de su cabello.
Perséfone caminó entre los muebles elegantes y de caoba oscura, hacia uno de los sillones en dónde estaba sentada una figura de túnica color negra que parecía hecha de humo.
Se acercó, con sus pies descalzos caminando por la alfombra y rodeando una mesa con una calavera hueca llena de flores frescas de decoración. Los brazaletes de oro en sus tobillos resonaron.
En lugar de sentarse en uno de los cuantos sillones de terciopelo morado, Perséfone se acomodó en el regazo de aquel recién llegado, que miraba hacia el suelo con ojos oscuros, reflejos de estar sumido en el pensamiento.
Perséfone, colocando su cuerpo ligero sentado sobre una pierna de Hades, se recargó en el pecho del dios del inframundo, observando sus facciones reflexivas.
Al notar a Perséfone junto a él, Hades salió de sus pensamientos, pasando de un gesto serio, a uno más suave y lleno de cariño, cuando miró hacia abajo a los ojos castaños puestos en él.
Hades, con su cabello negro y sus facciones atractivas, con esa aura de misterio que sólo se desvanecía cuando Perséfone estaba junto a él, llevó una mano a la cintura de la Reina del Inframundo.
Perséfone acomodó sus piernas largas y descubiertas sobre el regazo de Hades y puso una mano en su pecho, en dónde debería haber un corazón, pero nada latía.
—¿Qué es lo que te acongoja, mi rey? —preguntó Perséfone con voz dulce, jugando con la tela oscura de la túnica de Hades, la cual estaba decorada con joyas de obsidiana y calaveras.
La mano del dios de los muertos envolvió la mano delicada de Perséfone, recargando su cabeza sobre la de cabellos rojos.
—Sigo sin establecer mi postura frente a cómo sentirme ante la visión que los humanos tienen de mí... Pronuncian mi nombre con miedo, cómo si yo fuera el causante de sus desgracias —dijo, con su voz ronca y profunda.
Perséfone sintió las vibraciones de las cuerdas vocales resonando en el pecho del dios de piel morena.
El rostro de Perséfone cambió a uno de tristeza y molestia.
—Muchas veces los humanos que no pueden responsabilizarse de sus acciones, atañen la culpa a otras cosas, personas... O dioses —dijo, acomodando su cabeza entre el cuello y hombro de Hades—. Alguien con tu poder es temido y admirado de igual manera, recuerda que un mortal siempre temerá que su alma sea arrastrada al inframundo.
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Aegis (SEVENTEEN)
Fanfiction❝ una guerra en el pasado, entre dioses y humanos. una guerra que no se puede evitar, con el propósito de la destrucción de las almas divinas, su depuración extendida sin periodo de tiempo, para proteger a los dioses de su perdición. llegó el moment...