Prólogo

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[El regreso del demonio dorado]

La mujer desconocida entregó a Zed el cuchillo envuelto en una fina seda carmesí. Hasta ese detalle debió darle algún indicio. La envoltura y su color habían sido seleccionados bajo el ojo profesional de un artista. La textura invitaba a disfrutar de su tacto mientras que el color te gritaba una advertencia de peligro.

Aún cuando habían pasado diecinueve años desde la última vez que lo vio, reconoció el instrumento médico al instante. Lo utilizó para operar a los heridos durante el primer espectáculo de Khada Jhin que presenció.

Muchas cosas cambiaron para Zed ese día.

Para aquellos tiempos Zed respondía al nombre de Govos. No era más que un campesino que por merced del maestro Kusho había sido tomado como su pupilo para entrenar como guerrero Kinkou.

Ese fue el mismo día recibió de parte de su maestro un nuevo nombre al ser nombrado sucesor.

Los llantos de los heridos inundaban la granja, el nauseabundo olor de la piel quemada se mezclaba con el del heno dado a los animales provocando en el muchacho un fuerte de dolor de cabeza que se veía obligado a ignorar para poder cumplir con su deber.

Tenía poco tiempo con cada paciente. Vendajes para cubrir las quemaduras. La sangre manando a borbotones de un gran corte. El extraño escalofrío que recorría su espina dorsal al serruchar una extremidad. Los llantos desesperados de una niña que perdía la pierna para siempre.

Zed había sido instruido para pelear. Era diestro en el combate con armas, en el combate cuerpo a cuerpo y conocía más de mil formas de acabar con la vida de un hombre y aún así, ese fue el día en que perdió la inocencia. Alguien capaz de cometer actos tan atroces como esa masacre indiscriminada no merecía ser tratado como una persona. Ese día fue también cuando se dio cuenta que habían verdaderos demonios en nuestro mundo.

El cuchillo en su mano era como un mapa indicando a dónde ir a continuación. Temiendo el espectáculo sangriento que vería el maestro de las sombras guío a su pequeño séquito de discípulos hasta las afueras de la aldea Kotha. Donde todo había comenzado.

— No veo a ningún "hombre rico" aproximándose —comentó Kayn algo aburrido mientras analizaba el horizonte.

Las construcciones a su alrededor permanecían destruídas como quedaron diecinueve años atrás. A ninguna de las generaciones nuevas se le pasó por la mente reconstruir el lugar. Esa tierra estaba maldita.

— No, no fue un hombre rico quién nos invitó a venir.

— ¡Maestro, venga a ver esto! —exclamó Jovn, otro de sus alumnos. Se podía notar el más puro horror en su voz.

— ¡¿Qué es eso?!

— Un demonio transformó sus rostros en una especie espeluznante de...

Zed sabía la respuesta antes de que terminara la oración. Ese era el sello de Khada Jhin.

— Flor —completó.

Dos cuerpos grotescos se presentaban ante él. Magia había sido utilizada para dar a su sangre y carne deformes la apariencia de una flor dorada.

Reconocía los cadáveres, uno pertenecía a la mujer que le había entregado el cuchillo que lo condujo hasta allí. El otro era de una mujer que le faltaba una pierna. Él mismo se la había amputado diecinueve años atrás durante la primera masacre.

Ahora, el demonio dorado había vuelto y quién sabe cuántas vidas se llevaría consigo esta vez.

Desafía las sombras [ZedxOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora