Desafía las sombras [ZedxOc]

V

[Desafía a las sombras. Pt 1]

Actualidad

Para cuando la órden de las sombras apenas comenzaba a cimentarse, ya terminada la guerra contra Noxus, Zed hizo un viaje a Piltover. Como líder de una facción tan importante necesitaba informantes en distintas partes del mundo y aún no tenía a nadie de confianza para encargarse de la tarea así que la llevó a cabo él mismo.

Así se encontraba él apoyado contra un poste de luz esperando a un contacto cuando la vio pasar y fue como si sus pies se movieran por inercia para seguirla.

Sabía que se trataba de Azuma incluso sin ver su rostro. Nadie más en el mundo tenía esa melena castaño rojizo atada en una trenza prolija que llegaba hasta los tobillos. Además había escuchado que se encontraba en la ciudad. Desde el inicio de su viaje esperaba tener aquella oportunidad de verla. Tal vez incluso pudiera explicarle lo que pasó.

La chica llevaba entre sus brazos una caja llena de chatarra y daba pasos rápidos como si estuviera llegando tarde a una reunión importante. Ni siquiera se dio cuenta del hombre que la seguía de cerca entre las sombras.

Zed sonreía. Un gesto tímido de alivio al ver que Azuma se encontraba muchísimo mejor en comparación a la última vez que la vio cuando su padre acababa de morir a manos del peliblanco.

Sacudió la cabeza para quitarse la imagen de la mente. Si se lo explicaba ella lo entendería. Seguro de este pensamiento avanzó un paso para salir de las sombras y revelarse.

— ¡Az, por aquí! —exclamó una voz masculina que Zed no reconocía.

Por instinto se agazapó fundiéndose en las sombras de la ciudad. Nadie lo vería. Las personas no suelen prestar atención a lo que se oculta en las sombras hasta que es demasiado tarde.

Desde su posición podía ver al muchacho. Si Zed debía describirlo con una sola frase sería: ratón de biblioteca. Era varios centímetros más bajo que Azuma, de contextura compacta y con unos pequeños anteojos redondos para terminar con su apariencia de estudioso. El rasgo más llamativo en él era su largo cabello blanco amarrado en una coleta.

Azuma tenía un tipo de hombre en específico al parecer.

— Perdón por llegar tarde —se disculpó la chica apoyándose la caja contra la cadera para descansar de su peso—. Me lo querían vender carísimo. Yo creo que me vio cara de extranjera y pensó que sería fácil de engañar.

— No tenía idea con quién se estaba metiendo —río dejando un beso en la mejilla de Azuma. Luego una de sus manos viajó hasta la cintura de la chica— ¿Vamos dentro?

La castaña no le respondió. En cambio durante unos largos segundos sus ojos azules se posaron en los de Zed. El corazón del peliblanco comenzó a palpitar acelerado, deseaba que ella lo reconociera, era la excusa perfecta para explicarle lo que había pasado. Con algo de suerte su Patrón no se enteraría.

— ¿Az? ¿Está todo bien?

— Ah, es que pensé ver algo. No importa —respondió antes de perderse en el interior del edificio.

Aunque Zed podía colarse con facilidad en el edificio para ir tras ella, no lo hizo.

Años después en el pueblo costero, Zed revivía ese momento en su mente tras su nuevo encuentro con la castaña. Aunque quería dejarlo todo para ir tras ella, sabía al igual que lo supo aquella vez en Piltover: ella pertenecía a otro mundo. Lo mejor que podía hacer en ese momento por Azuma es mantenerla lejos.

Le tomó unos minutos para recomponerse y trazar de nuevo el plan en su cabeza. En este momento no podía permitirse distracciones.

Una suave brisa marina sopló en su rostro como una señal del mundo para llevarse los malos pensamientos y dejar solo lo importante.