III

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[Reencuentro]

Actualidad

Esa misma madrugada Shen inició el rastreo del Demonio dorado con Akali siguiéndole los talones. Azuma esperó a que sus contornos se perdieran en la niebla matutina antes de entrar de vuelta al templo para preparar su viaje.

Todo estaba muy cambiado a cómo lo recordaba. La aprendiz de Shen por ejemplo, la última vez que la había visto era una alocada niña de la misma edad de Ryu. En cambio ahora era una adulta con su propia visión del mundo. Una que distaba bastante de la del Ojo del crepúsculo.

— Estás muy pensativa esta mañana —comentó Yuni al acercarse a la muchacha. En una de sus manos las riendas de un caballo grisáceo— ¿preocupada por tu hermano?

— Sí. Sabemos lo que es capaz de hacer Jhin. Aunque también estoy pensando en mucho más... Todo ha cambiado desde que me fui. Creo que dejaré a Ryu aquí.

Como lo veía Azuma tenía dos opciones: seguir las instrucciones de su hermano mayor para ir a Nanthee, echarle una revisada a Jesse y aprovechar la ciudad portuaria para partir de regreso a Piltover o seguir su instinto el cuál le indicaba que tuviera cuidado. Con Jhin suelto cualquier cosa podía ocurrir. Tal vez le tomaría un par de días más si lo hacía de esta forma pero no pensaba arriesgar a su hijo con todo lo que estaba ocurriendo.

El hombre acompañó su asentimiento con una solemne reverencia.

— Estará en buenas manos.

Conteniendo las lágrimas la mujer se despidió del pequeño prometiendo que pronto regresaría. Si todo iba según lo planeado estarían juntos en un par de días.

La mujer subió a horcajadas al caballo con el autómata enganchado a su espalda.

— Debería quedarme con el jóven señor para asegurar su bienestar —sugirió Jesse, tenía dos labores principales como autómata ayudante: proporcionar atención médica y cuidar de Ryu.

— No, vamos a que te revisen.

Para Azuma el viaje a Nanthee fue pacífico, toda la nación parecía ajena al psicópata que acechaba en las sombras. La ciudad portuaria la recibió con brazos abiertos y olor a mercado. Un gran tumulto de gente se armaba en las calles de piedra.

— Está mucho más grande de lo que lo recordaba —comentó.

— Las ciudades portuarias crecen a gran velocidad. Después de la invasión noxiana muchos exiliados del imperio se alojaron en los lugares más variados de Jonia creando la diversidad que ves hoy.

— Gracias por la clase de historia, Jess.

Mucho tiempo había pasado desde la última vez que había estado en Nanthee, cuando Jhin invadía las calles del pueblo costero sembrando terror por primera vez. Ciertamente la ciudad había crecido mucho causándole problemas a la recién llegada para ubicarse.

A más de una persona tuvo que interrogar sobre dónde encontrar un inventor. Desde la invasión los jonios no eran personas muy amigables con los extranjeros en su tierra, el acento piltoviano en la castaña sólo le jugó en contra. Hasta que por fin un hombre entre maldiciones sobre los radicales le indicó cómo llegar dónde un artífice.

Nada más entrar el olor a aceite para máquinas y el cálido vapor que estas expedían le azotó el rostro. Esa pequeña tiendita olía a Piltover. Por consecuencia olía a hogar, a felicidad.

— Oh bienvenida ¿en qué puedo ser de ayuda? —preguntó un hombre del otro lado del mostrador, en la mesa esparcidos frente a él había un montón de linternas coloridas y engranajes.

Desafía las sombras [ZedxOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora