| Capítulo 3 |

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Al final fue verdad. El muy miserable quedó con Dilraba en la biblioteca para estudiar. Ambos parecen una linda pareja, sentados juntos, comentando cosas en voz baja y sonriéndose de vez en cuándo. Además, he podido ver como ese estorbo rubio aprovecha el pasar de las hojas para rozarle la mano de una manera muy sutil. Inteligente. Ahora me arrepiento de haberle dicho que no tiene intelecto…. ¡¿Pero qué cojones digo?! ¡No me arrepiento de nada! ¡Sólo del abrazo! Ese abrazo… incómodo y frío. Exacto. Muy incómodo y frío, gélido. No me gustó sentir sus pulsaciones, ni su piel, ni su calor…, ni su aroma. Nada. Nada de nada. Si me quedé más de un minuto rodeándolo con los brazos fue por pensar en Dil. Solamente por ella.

Debería dejar de hablar de ese momento. Incómodo, vuelvo a repetir. Momento incómodo.

— Jajaja — unas leves risas contenidas sonaron desde la mesa que espiaba. Allí estaban, riéndose. No muy alto claramente, debido a que la bibliotecaria se toma muy en serio su trabajo, pero riéndose igualmente.

¿Qué habrá pasado? ¿Qué le dijo? ¿En qué momento? Esto me pasa por recordar el puñetero abrazo.

— "¡¿Qué he hecho para merecer esto?!" — me lamenté internamente a la par que me golpeaba con el cuaderno en la cara. Extrañamente me relaja, aunque también me hace ver como un loco. Por ejemplo, ahora, la chica que está frente a mí leyendo me mira como a un bicho raro…. Y quizás lo sea.

Llevo enamorado de mi mejor amiga desde hace años. El día que tomé valor para confesar mis sentimientos, fue el mismo en el que ella comenzó un noviazgo con su actual ex. Mi amor quedó encerrado en el cajón de la friendzone y, por si no fuera bastante, la vergüenza de aquel rechazo me impide mantener una amistad como la antigua con Dilraba. Siento que pierdo a mi musa y a mi amiga. Siento que lo pierdo todo. Y, una parte de mí, odia al rubio por eso. La otra parte, simplemente lo odia por ser quién es, un Wang.

Suspiré con tal de echar las malas energías fuera. Nunca me funciona pero sigo teniendo esa ilusión. Ojalá todos los problemas se marcharan con un simple suspiro. La vida sería mucho más fácil.

Tras terminar de lamentarme, alcé la mirada hacia la mesa de aquellos dos. Fuerte fue la sorpresa cuando vi a Dil sola y sin rastro de esa molesta piedra rubia. ¿Se había ido? ¿Cuándo? ¿Le surgió algo urgente? ¿Estará bien?

Pero….. ¡¿Qué más me da?! Lo importante es que tengo una oportunidad de oro para conversar a solas con ella. Al menos hasta que la "agradable" bibliotecaria me mande callar. Siempre hace lo mismo.

Con alegría y confianza, me levanté del asiento. Tal vez pueda ocupar el lugar del contrario y seguir estudiando juntos. Los exámenes finales se acercan y, si me dan el papel protagónico en la obra, más difícil lo tendré para aprender todos los temas. Menos mal que suelo quedarme con los datos bastante rápido. El estudiar jamás fue complicado para mí. Es más, Dil solía venir a mi casa en la época final del curso. Yo le enseñaba todo lo que ella se había saltado. Eran buenos tiempos…. Los echo de menos.

— Ding — un suave pitido provino de mi móvil cuando faltaban pocos pasos para alcanzarla.

— Shhh — y ahí estaba la "agradable" bibliotecaria.

Apretando los dientes, saqué el dispositivo del bolsillo y revisé los mensajes. Por lo visto era uno de YuBin que decía:

"Ven a la sala de audiciones. Tenemos que hablar sobre el papel de la obra."

Aquello me daba muchas esperanzas. ¿Lo conseguí? ¡¿Me van a dar el protagónico?! El mensaje no dejaba nada en claro así que me atreví a preguntar:

"¡¿El papel es mío?!"

Esperé una respuesta. Pero esta fue tan inconcisa como el primero.

"Solamente ven. Aquí hablamos."

Como Romeo y Julieta... pero sin amor | ZhanyiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora