| Capítulo 4 |

205 37 12
                                    


Es lunes por la tarde, lo que significa que estamos en un día de mierda. Es decir, ¿a quién le gustan los lunes? Yo los odio. Prefiero estar a viernes, sábado o domingo. Pero nunca a lunes. El inicio de semana cuesta. Solo quiero quedarme en la cama sin hacer absolutamente nada. Quizás ver alguna serie y pedir comida ya que ni ganas de cocinar tengo. Sin embargo, todo lo anterior es imposible. Los lunes hay que madrugar para ir a clases. No mal entiendan la situación, me encantan las clases y adoro la carrera de actuación e interpretación. ¡¿Pero qué más le da al organizador del horario poner la primera asignatura al mediodía?! ¡¿Por qué nos hacen despertar antes de las ocho de la mañana?! Qué manera tan horrible de torturar a los estudiantes.

Pero bueno, dejando las quejas aparte, creo que la tarde no será tan mala como la mañana. Y el porqué os lo explico ahora. Justo en estos momentos me dirijo a la sala común de la academia. Los gemelos han convocado una reunión con todo el elenco para conocernos y realizar la primera lectura del guión. Un guión que, vuelvo a recordar, no está ni terminado ni aprobado totalmente por el consejo. Va a ser un verdadero reto ir ensayando a cuenta gotas. Aunque no me importa. Estaré con Dilraba de todas formas. Hablaremos como hace mucho no lo hacemos. Compartiremos nuevos recuerdos y nos reiremos de cualquier tontería.

— Jajaja.

Ya puedo oír hasta su perfecta risa en el aire.

— No puedo creer que te haya pasado eso. Jaja.

Literalmente, escucho su voz. ¿Ella ya está aquí?

— No te miento. Ha sido muy raro.

— Pues sí. Quizás fuera un fantasma, A-Yi.

¿A-Yi? Esperen, ¡¿está hablando con el estorbo amarillo?! Ya decía yo que me sonaba la manera de hablar de la otra persona. Debo acelerar el paso y entrar antes de que le parezca más gracioso. Ya le permití ganar muchos puntos el otro día en la biblioteca. Es hora de actuar.

Andando con rapidez, reduje los menos de tres pasos que me separaban de la puerta. En el interior de la sala distinguí a simple vista un grupo reunido en la esquina, los cuales deben ser de primero; algunos estudiantes distraídos con sus móviles; y ese par. Ellos estaban en el centro de la habitación, muy cerca de donde estaban la mesa y las sillas que pronto utilizaríamos. Dil sonreía mientras el contrario le conversaba. Parecían llevarse muy bien. Una especulación que me mataba por dentro.

No pienses en eso, Xiao Zhan. Seguro que no son tan cercanos como crees. Primero cálmate y, luego, acércate. Debes intervenir.

— Hola — saludé sin perder un segundo. Tenía que romper su atmósfera. Romperla como destrocé el espejo de mi madre cuando era pequeño. Me regañó y estuve dos semanas sin postre. Aunque sirvió de poco ya que se fue a grabar a una ciudad cercana y aproveché para robar dulces. Diablillo me llamaban de chico.

— Oh. Hola, Zhannie. ¿Cómo estás?

— Pues muy bien. Gracias por preguntar, Dil. ¿Y tú? — le pregunté sin hacer caso a la presencia del indeseado. No le miraba, pero notaba sus ojos fulminándome. Ahora tendrá ganas de matarme por la interrupción. Ja, se siente. Que pruebe un poco de su propia medicina.

— Yo también estoy bien. Aunque A-Yi no lo está tanto. Ha sufrido un percance viniendo hacia aquí.

— Ah. Pues… que pena.

¿Por qué me habla de él? ¿Acaso pregunté por su estado?

— Sí. El pobre se…

— No hace falta decirlo. Seguro que a Zhan-ge no le interesa — cortó la conversación el rubio. En serio, ya podría haberse quedado calladito. No me importa nada lo que le haya pa…. ¿Me acaba de llamar Zhan-ge?

Como Romeo y Julieta... pero sin amor | ZhanyiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora